DESDE que renunció a la presidecia de honor del partido al que condujo al deshonor más absoluto, pues durante su imperio fue cuando la corrupción se desbocó y se metió a lobista, con “b”, no con “v”, o sea, no será un depredador de mujeres, sino un depredador de voluntades, Aznar tiene mucho tiempo libre y se aburre tanto que cada dos por tres se explaya con una homilía. El PP suele ser el blanco de sus invectivas. Pero él, gran estadista, no conoce fronteras y ahora le ha dado por arrearle a Trump, ese hombre que reparte su tiempo entre abalanzarse sobre mujeres y disparar misiles mientras disfruta de una tarta de chocolate con un chino. El expresidente del Gobierno reconoce que está muy preocupado por ciertas actitudes de Trump, sobre todo con respecto a la OTAN. Si lo critica Aznar, no hay duda de que lo está haciendo muy mal.