Bodas de papel

Ustedes y yo estamos de aniversario. Hace aproximadamente un año que les advertí que ensuciar las calles, arrimarse en público como si fueran mi marido, comportarse como maleducados trogloditas y conducir como posesos se tenía que acabar. De paso, me ofrecía amablemente a guiarles en el camino hacia la civilización que, supongo que sin querer, ha dejado esta esquinita del noroeste en la edad de piedra. No es que me hayan hecho mucho caso, la verdad. Pero, aprovechando la excusa de que esto es un periódico y el primer aniversario es el de papel, he decidido celebrarlo. Se preguntarán cómo (o a lo mejor no).
Yo se lo voy a decir. Pasando a la acción. Es el momento de dar un paso adelante para acabar de una vez por todas con algunas de sus más arraigadas costumbres, sobre todo aquellas que me ponen de los nervios. Y como no estoy sola en estas consideraciones, ahí van unos consejos para todos aquellos que, como yo, quieran iniciar una revolución de muy modestas aspiraciones: poder vivir con urbanidad. Para empezar, la próxima vez que en una cola cualquiera, sin premuras de espacio, alguien se le acerque tanto que le sienta el aliento en la nuca, dé un paso atrás. Firmemente, sin remordimientos, justo en el juanete, con cariño y desde el respeto.
Si es testigo de cómo el paseante de un perro abandona los excrementos de este en la calle no dude en usar la siguiente frase “oye, perdona, se te ha caído una cosita”, bien alto y señalando el producto en cuestión. Y cuando cruce caminos con una de nuestras Señorita Escarlata, en cualquier escenario, manténgase firme y proteja con uñas y dientes su territorio. Si hace falta, inspírense en Clark Gable, aunque mejor sin violencia. En cuanto a los “Fittipaldis” de bocacalle, personalmente pienso empezar a grabar vídeos de sus andanzas por el centro de este pueblo grande y colgarlos en esas bonitas plataformas en las que la legalidad no está reñida con sacar los colores, sobre todo cuando grabas barbaridades en plena calle. Estén atentos a sus pantallas, a lo mejor reconocen a alguien. Y así, de nuevo con espíritu educativo, se abre el segundo año de la era Frau Merkel. Para lo bueno, pero sobre todo para lo malo.

Bodas de papel

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