Vivir del paro

Miles de personas en España tienen trabajo gracias a los trabajadores que no tienen trabajo. En todas las autonomías hay departamentos y direcciones generales ocupadas en que los parados disminuyan, y luego está la Conferencia Sectorial de Empleo para que puedan coordinarse las autonomías con el ministerio de Trabajo; y el Consejero General del Sistema Nacional de Empleo, que es un órgano consultivo; y la Estrategia Española de Activación de Empleo, que lleva a cabo análisis de situación y tendencias, sin olvidar el Sispe (Sistema de Información de los Servicios Públicos de Empleo) y, también el PAPE, no sé qué sería de los parados sin el PAPE (Plan Anual de Política de Empleo), por no hablar del SILE (Sistema de Información Laboral de Empleo) o de la Cartera Común de Servicios del Sistema Nacional de Empleo. 
Vamos, no hay en España tantos organismos, departamentos, secciones, negociados y entidades como los que se han creado para luchar contra el paro. El día que todos estos organismos sean eficaces o lo demuestren, volverá el paro, de nuevo, porque habrá que echar o se quedarán sin trabajo los miles de españoles que, hoy, trabajan para los que no tienen trabajo.
Que gracias al paro tanta gente haya encontrado un puesto de trabajo parece una paradoja, pero ya, donde el bucle alcanza su máximo esplendor es cuando se descubre que la fundación andaluza, Faffe, que formaba a los parados, era un nido de corrupción, donde algunos jefes empleaban tarjetas de crédito con cargo al presupuesto para irse de putas, perdón, para contratar los servicios terapéuticos de las samaritanas del amor, debido a la fatiga y el estrés que les producía el trabajo. 
Es lógico. Ahí el parado, sin nómina. Aquí, tú dándole clases para que encuentre trabajo. Es tan frustrante, tan mortificador, que nada más acabar, nada más acabar, dolidos por su misión, se fueran de putas.

Vivir del paro

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