Las líneas rojas

Un afamado comentarista resumía el conflicto con esta aseveración: el problema es que en España los nacionalistas siempre son los otros. Y vale, palabra. Por eso aparecen las luchas de banderas, quien pone más, las pone más grandes o aprovecha el palo para pegar al contrario. O los himnos. Allá parece exagerado sentir más emoción por el himno de tu pueblo, tu lugar de nacencia y aquí, el único que expresa patriotismo de verdad es el que no tiene letra o el que revisten con una letra de carácter oportunista. Resumiendo: el himno nacional era y alguna que otra seña de identidad ¿?, como el nacional-catolicismo, han cabalgado con éxito durante los años del franquismo, mientras se permitía en las romerías alguna efusión con el folclore local. Así algunas culturas y tradiciones se convertían en peculiaridades dignas de enseñar en la fiesta del patrón, pero la lengua del imperio era una. A lo peor estoy descubriendo algo a los jóvenes de hoy, que pueden buscar más referencias charlando con sus padres y abuelos. Y en esta especie de batalla algunos han sobrepasado varias líneas rojas queriendo abrazar, para ellos solos la bandera, con un discurso nacionalista que a muchos nos recuerda las arengas de los mensajes del sindicalismo vertical.
Transitando, como un equilibrista, aparece un día sí y otro también el señor Rivera, que, anda ya, nos repite todos los días que el PP es un partido corrupto, cobarde, falto de ideas, etc., etc., para un minuto después apoyarlo en Madrid y dos minutos más tarde darle el placet a sus presupuestos. Su recorrido, ¿recuerdan?, pasó del centro izquierda, al centro-Cataluña, sus ataques al PNV, su cabreo con el AVE que recorrerá Galicia (busquen en las hemerotecas) y otras “genialidades” que fueron sembrando para recoger los frutos de ese nacionalismo de banderas e himnos que ahora dirigen, le hacen muy difícil entender la España plural, de las autonomías y no digamos ya una posible España federal. Trazó C’s muchas líneas rojas que ahora parecen difíciles de saltar.
Hay otro debate estos días entre vida privada y vida pública. Y vuelve a la palestra por la casa chalé de Pablo e Irene. Veamos: ¿pueden los de izquierdas tener chalé, coche y otros bienes que durante años eran patrimonio de la derecha? ¿Reclamar los derechos de los desamparados significa elogiar, vivir, en el desamparo?  Zaplana y Cotino hacen el número  ochocientos dos y tres, de gentes del Partido Popular investigados por meter mano en el dinero público.        
 

Las líneas rojas

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