ALFONSO Guerra va cumpliendo años –anda ya por los 76–, pero mantiene la forma, la de su lengua, porque nunca ha destacado por sus condiciones atléticas. Su última escaramuza la ha protagonizado en Gijón, donde ha lamentado que los socialistas no saliesen en tromba contra el muevo ariete de Esquerra Republicana de Catalunya, después de que vapulease al PSOE en el Congreso. “No se puede legitimar a rufianes; debemos respetar a los militantes que crearon el partido”, proclamó. Vamos, que el exvicepresidente sigue como en sus momentos de máximo esplendor, pero con menos acritud.