VELADA REDONDA

Tras causas de fuerza mayor que nos impidieron asistir al penúltimo concierto de la OSG, volvimos a Palacio al siguiente concierto de abonos. El programa, al igual que las obras de las que constó, fue ganando en calidad interpretativa acabando con una Sinfonía nº 4 de Tchaikovsky que venció y convenció a todo el mundo.

La primera propuesta fue “El carnaval romano: Obertura, op. 9”, de Hector Berlioz. A pesar de la aparente precipitación sobre la música por parte del director Grzegorz Nowak, resultó del gusto del público, al tomar la determinación de interpretarla acentuando sus aspectos dinámicos y exponiendo con claridad sus temas y su orquestación. Si acaso, lo más atractivo, sus primeros compases, donde tras los incipientes acordes, se suceden una serie de trinos en la cuerda que nos conducen definitivamente a su desarrollo.

Tras ello, salió a escena Anthony Marwood –buen violinista, especialmente en su faceta camerística– a estrenar en España el “Concierto para violín” de su amigo Thomas Adès. La estructura del primer movimiento no favorece al solista, pues su papel subyace tapado por la parte poco concertante de la orquesta. No así el segundo, “Paths”, donde Marwood tuvo muchos momentos para lucir su forma de tocar. Este tiempo resultó más inspirado y tiene un cierto regusto “Britteniano”, mezclando estructuras armónicas oscuras con melodías más audibles. No deja de gozar de gran lirismo también el tercer movimiento. El concierto nos pareció muy interesante, no así al público, que aplaudió de forma reacia, por lo que no logramos escuchar de forma solista a Marwood con su Carlo Bergonzi 1736.

Lo mejor vendría en la segunda parte, con una visión de la “Sinfonía nº. 4 op. 36” de Tchaikovsky que convenció a propios y ajenos. Todos sus movimientos tuvieron detalles de gran oficio, conduciendo a la OSG por el camino de la expresividad. El primer movimiento perfecto hasta el ritenuto, llegando a alcanzar un clímax sonoro extraordinario en el “in tempo di valse”, con un tratamiento del sonido y la agógica sólo reservado para grandes orquestas y directores. El tema expuesto perfectamente por el oboe en el “Andantino in modo de canzona” fue recogido por la cuerda de cellos con una maestría y atención escrupulosa. Sólo por este exclusivo momento, y el tutti a continuación ya hubiera compensado todo el concierto.

VELADA REDONDA

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