Gente rara

Hace mucho tiempo transcribí para un especial editado con motivo del aniversario de Diario de Ferrol, la conversación con una escritora muy leída y viajada, Blanca Quintanilla, acerca del estupor que nos producía  el desconocimiento que tenían los ferrolterranos de la inmensa suerte de poder contar no tanto con la existencia del diario sino con su director, por la libertad que otorgaba a la hora de publicar cuanto a tirios y troyanos se nos ocurriera escribir y, personalmente, lo que más agradecía yo puesto que para ello me molestaba en poner las comas en su sitio y los puntos sobre las íes, sin cortar una frase o caparlo por la mitad, como hacen otros.
Entre los columnistas del periódico, de aquella perteneciente a un editorial que sugería escorada a babor, proliferaban entre llamados “tufos a sacristía” los “plumas rojas”, en una suerte de combinación que nos dejaba abraiadas.
Por la jubilación de aquél, llegó el nuevo director, quien, al margen de las improntas personales que haya introducido, respecto a la libertad de largar y publicarlo ha seguido en la misma línea que su predecesor y puesto que en esto de los medios de comunicación todo se ha complicado, dejémoslo ahí, se podría afirmar que aún ha ido más allá, ahondando en ello con más empeño si cabe, facilitando esta plataforma de libertad de opinión y expresión, siempre respetando esa  suerte de código deontológico que afecta a los profesionales de la información pero también a los columnistas y a los opinadores ocasionales como realmente, con la Constitución en una mano y el Código Penal en la otra, nos afecta a todos los ciudadanos por igual por más que lo desconozcamos (“El desconocimiento de la ley no exime de su cumplimiento” (Art. 6.1 Código Civil)).
A tal efecto, dos piezas suyas para enmarcar: la recientemente publicada bajo el título “Columnistas” con la que nos despedía el año y que subí  a la red de redes añadiendo como comentario mis más expresivas gracias por la cuotaparte que me toca de dicho artículo, en el que se nos agradece a  los colaboradores, habituales y ocasionales, estar ahí exponiendo diversidad de opiniones personales o siendo portavoces de otras: políticas, sindicales, vecinales, legislativas o de las que navegan por las redes y se llevan al Diario de Ferrol para acercarlas a aquellos quienes, principalmente por razón de edad, no navegan por ellas.
La otra pieza, “Cuestión de Opinión”, da réplica y zanja comentarios suscitados por la primera y que, como no podía  ser menos, también subí a la red, con otro comentario: “¡¡Olé sus huevos!!”
En ambos escritos, muchas frases para resaltar. La última del último, “…todo el mundo tiene derecho a expresar sus ideas y quien las lee es poseedor asimismo de la discrecionalidad para hacerlo o no”, es como para imprimirla sobre una tarjeta postal en la que luzca la más simpática e impactante viñeta de Charlie Hebdo y hacérsela llegar por decenas de millones de ciudadanos libres, no a nuestros entrañables talibancillos enxebres a quienes presumo que iba dirigido el contenido del segundo artículo sino a esos fanáticos que tenemos infiltrados, encastrados entre nosotros, practicantes de una religión incompatible con los valores occidentales que disfrutamos hoy tras haber librado nuestras guerras santas correspondientes, varios siglos de sufrimiento y habernos dado, finalmente, unas normas y leyes que nos preserven la convivencia en paz; esa que se nos garantiza bajo la imperfecta forma de democracia, en horas bajas por haberla quebrado el tsunami de corrupción políticoeconómica que nos ha arrasado.  
Esta democracia que aprovecharán para destruir nuestra democracia, como rezaba la pancarta de un joven musulmán estudiante viviendo de p.m. a cuerpo de rey en Londres, como pudimos ver en todas las televisiones  en su día, confirmando lo que el editorial del ABC afirmaba el pasado viernes: persiguen la islamización de Europa. ¿Alianza de Civilizaciones...? Como Occidente, como Europa, no se ponga las pilas, llegarán a ponernos mirando para la Meca. Dejémonos de monsergas y demagogias willytoledianas de progre de salón: es la guerra. La guerra del petróleo, la financiera, la guerra santa o la guerra parda; la p. guerra.
Dice Hollande lo políticamente correcto, que no  hay que tomar represalias contra todos los musulmanes. Mas el sabio sentir dos vellos dice que “o que hai que facer é non deixar entrar tanta xente rara”.

 

Gente rara

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