Estamos en período electoral y todos, los políticos claro, se desviven en hacernos sabedores de sus promesas que curiosamente todos sabemos incumplirán en su mayoría, y que siempre tienen que ver con lo demandado por todos o parte de quienes les votamos, conocedores de nuestros problemas como ciudadanos y conscientes de que no cumplirán lo prometido, porque no pueden, porque no les dejan, o incluso porque no les da la gana, que todo puede ser. Lo más probable es que si por un casual sucediese lo contrario, a los sufridores en general y a los ferrolanos en particular, nos surgen algunas preguntas que nos deberían contestar antes de tanto prometer para no realizar nada de lo que prometen.
Por un lado sale uno diciendo que va a “abrir Ferrol al mar” y bien sabe él que en el sentido literal de la frase, y tal como algunos la entienden, esto es imposible. Es que abrir Ferrol al mar no es tirar la muralla. Ya se sustituyó esta por verja en los lugares susceptibles de hacerlo y no sirvió de nada, el mar sigue sin verse, pero con esa actuación, caso de poder realizar o prometido, más de lo mismo, nada se conseguirá. Pretende además quien esto propone hacerlo en un lugar que justo coincide con la existencia en esa zona de uno de los diques de Bazán -Navantia vamos- por lo que la muralla en vez de ser un estorbo, que también, es un beneficio para paliar los inconvenientes de la utilización de tal espacio dedicado a la varada y reparación de buques civiles o militares: chorreado, pintado, ruidos, etc. que necesariamente se provocan en cada varada de un buque.
Por otro hay también quien promete aparcamientos, disuasorios o no, y cierra los existentes, estando el resto casi inutilizables por el mal estado de los mismos.
Por otro lado más sale alguno que nos dice que para él “Ferrol sobre todo”, lo mismo o parecido a lo que decía una compañera suya de partido, que se le llenaba la boca diciendo que se desvivía por Ferrol, solo palabras, cuando la realidad fue -en pasado- otra muy distinta y hoy se presenta en las listas de Pontevedra, lógico, primero es uno y después sus postulaciones, el resto son milongas, aunque nos quieran hacer creer lo contrario, siempre a su conveniencia.
En fin promesas, promesas, promesas, eso sí, hasta el día de las elecciones, después agua de borrajas. Bien saben ellos que lo que hace falta no son promesas sino hechos, lo saben pero exteriorizan otra cosa, ahora es tiempo de prometer, luego ya se verá si cada cual, de salir elegido, cumple o no con lo prometido, aunque lo más seguro es que todo lo que nos tienen dicho caiga en saco roto.
Recuperación de espacios públicos, tirar la muralla, aparcamientos gratuitos y transporte urbano son, por citar algunas, las inquietudes de los ferrolanos, ellos lo saben, y saben también que prometiendo llevar a cabo esas actuaciones tan necesarias algún voto de los indecisos caerá y hasta es posible que también alguno caiga de los que no lo están tanto.
Quizás los ferrolanos tengamos la suerte de que surja una mayoría que pueda gobernar con libertad y hacer lo que se proponga, lo cual sería lo menos malo por una razón muy simple; por muy mal que lo hiciese quien en las urnas adquiera esa capacidad, siempre será más efectivo que el no poder hacer nada limitados por las desavenencias, siempre presentes, que trae consigo la “marea” provocada por la diversificación del voto. Es que saben que pasa, cada cual hace lo que le conviene en atención a las preferencias de sus partidos que a la postre son las suyas propias, ya saben, por aquello de la obediencia debida, poco importa lo que otro propone aun siendo un beneficio para la ciudad, lo primero es lo primero.
Hay en Ferrol once organizaciones que se presentan a las elecciones, no vean la que se puede montar en los plenos caso de que todas ellas consigan una representación minoritaria en los mismos. Vamos que por no ponerse no se pondrán de acuerdo ni siquiera para pactar sus emolumentos. Buena seria la diversidad de candidaturas si los integrantes de las mismas fueran capaces de discernir entre dos prioridades esenciales, el interés de la ciudad o los intereses del partido al que representan, lo malo es que la opción que eligen es siempre la segunda, para que de esta manera no se vean dañados sus intereses personales.
Con unas elecciones en ciernes en nada saldremos de dudas y conoceremos a nuestros representantes en el Ayuntamiento, falta por saber, aunque podemos imaginarlo, si quienes resulten elegidos serán capaces de anteponer los intereses de la ciudad a los suyos propios, mantengamos la esperanza.
Parece ser que la asistencia a las urnas para ejercer el voto va a superar todos los records quizás motivado por la incorporación de nuevos votantes, esa gente joven y con ganas de votar, o el voto por correo cuyo aumento es notorio con respeto a otros comicios que también se hará notar, pero además hemos de tener en consideración, también, a aquellos que estando en edad y con derecho a votar se abstenían de hacerlo por desidia, todos ellos en su conjunto suman una buena cantidad de votos que pueden hacer cambiar , muy mucho, las previsiones de todos los candidatos.
De una manera o de otra, lo que surja de las urnas hemos de aceptarlo, por eso sería bueno meditásemos muy bien a quienes votamos, no vaya a ser que luego, cuando ya no haya solución hasta dentro de otros cuatro años, por lo menos, nos echemos las manos a la cabeza exclamando ¡!por que habré votado a estos!¡