El trumpismo español

Al conocerse la victoria del candidato demócrata, la mayoría de medios de comunicación titularon sus informaciones con el escueto “Biden derrota a Trump” y celebraban el triunfo de “un hombre moderado que corta el avance del populismo y defiende los ideales progresistas sin menospreciar al contrario, ni alimentar extremismos”, decía Yascha Mounk, profesor de la Universidad Jons Hopkins,

Pero la prensa y los analistas saben que Biden y los demócratas, derrotando a Trump, no vencieron al populismo trumpista que tuvo más votos que hace cuatro años y sigue arraigado en la nación americana a la que tiene dividida en dos mitades irreconciliables.

Sirva este apunte sobre algunos daños que deja Trump para constatar, en un ejercicio de introspección, la profunda y peligrosa división de la sociedad española que también causó, además de los nacionalismos de siempre, el peculiar “trumpismo español” que encarnan los populismos de la ultra derecha de Vox que por ahora, afortunadamente, vende humo, y de la extrema izquierda de Iglesias-Podemos, asumido por Sánchez, que es más responsable de la polarización social por sus influencias en el gobierno y sus actuaciones como partido.  

En solo once meses este Gobierno de coalición tomó decisiones e hizo cesiones a los nacionalistas que erosionan las instituciones y degradan tanto la democracia que convierten a Trump en un aprendiz. De eso son responsables presidente y vicepresidente que están llevando al Estado de Derecho a un “estado de alarma democrática”.   

“Alarma democrática” por huir del control del Congreso; por el intento de domesticar  al Poder Judicial; por el clientelismo obsceno colocando amiguetes en empresas públicas y abriendo las puertas giratorias; por elevar a Bildu y a Esquerra a partidos del Estado que quieren destruir; por los ataques a la Monarquía; por los desplantes a la justicia; por intentar socavar la libertad de la prensa; por orillar el castellano como lengua vehicular y por más atrocidades antidemocráticas.  

El mundo occidental alucinó viendo al frente de EE.UU. a un personaje que el historiador Timothi Garton calificó de demagogo, narcisista, fanfarrón, mentiroso y racista. Ahora, los norteamericanos y la Europa comunitaria deben estar alucinando al ver en el Gobierno de España a dos políticos narcisistas y mentirosos que, carentes de escrúpulos democráticos, están desmontando el modelo de Estado constitucional que nos dimos los españoles.  

Su deriva autoritaria traspasa las líneas rojas de la democracia liberal y pone en peligro  la estabilidad de España que tanto costó alcanzar y nos dio muchos años de bienestar. El Trump provocador y grosero que criticaron tanto no llegó tan lejos.

El trumpismo español

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