es evidente que la recuperación de votantes por parte del PSOE exige una estrategia que le permita volver a situarse entre el 3 y el 7 sobre un eje de 0 a 10 en términos de izquierda a derecha. Solo así volverá a ser un partido de Gobierno en España.
En ese contexto hay que situar la frase de Pedro Sánchez cuando dice que se siente muy próximo a los votantes de Podemos, pero no a algunas decisiones y formas de hacer de Pablo Iglesias, que no comparte.
Seguramente no tardaremos en escuchar frases similares aplicadas a Ciudadanos e incluso al PP, en una recta final de campaña, si las cosas andan muy ajustadas. El PSOE precisa ensanchar el campo, a riesgo de no tocar poder.
Si bien en esta fase Pedro Sánchez pone énfasis en declararse de izquierdas para restar votantes a Podemos, tras dejar atrás a Susana Díaz con un mensaje similar, todos sabemos que el PSOE terminará moviéndose entre el centro-izquierda y el centro; puede que incluso un poco más allá. No hay otra alternativa para ocupar la centralidad política de un país –no confundir con el centro–, al menos en un país europeo de clases medias.
Otros objetivos del PSOE son los jóvenes y los profesionales. Todos sus estudios internos parten de esa premisa, de modo que sus estrategas ya se han puesto manos a la obra para reconquistar las ciudades, hasta conseguir que sus votantes no estén tan concentrados en los pueblos y en las zonas rurales.
Una vez apaciguado el partido, el PSOE necesita crear discurso político, ser más urbano y actuar sin complejos frente a Podemos.
El día que Pedro Sánchez se plante ante Pablo Iglesias y logre vencerle dialécticamente, su victoria electoral estará más cerca. Cualquier otra opción, incluida la de pactar sin ser la fuerza hegemónica de la izquierda, dejará al PSOE –y al propio Sánchez– en tierra de nadie.