Las más que nefastas consecuencias de la transversalidad

UN matemático, un físico y hasta un arquitecto lo darían todo por desvelar los secretos de la transversalidad y, una vez descubiertos, manejarse en ella con soltura. En cambio, para los coruñeses, sea cual sea su profesión, la transversalidad es una desgracia absoluta. No la científica, sino la política, que, inventada sabe Dios por quién, es una pauta de conducta de la Marea, nasía pa’ganá. ¿En qué consiste? Muy fácil, en compartir competencias entre varios concejales para ocultar así la incapacidad de los titulares de ese condominio. Por ejemplo, Xiao Varela, responsable de la Concejalía de Paseo de Bicicletas –camina por la calle con una como quien lleva al perro a hacer sus necesidades, pero jamás se le ha visto pedaleando– y Daniel Díaz Grandío –el hombre que no ha hecho nada desde que llegó a María Pita– se reparten la jurisdicción sobre las terrazas de los bares y lo hacen tan mal, tan mal, tan mal que los hosteleros han renunciado a solicitar la licencia para instalarlas, puesto que la pagan, pero nunca llegan a disfrutar de ella. Vamos, como el que tiene un piso, pero no puede disponer de él porque se lo han expropiado unos okupas. FOTO: xiao varela, disfrazado como para trabajar

Las más que nefastas consecuencias de la transversalidad

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