Un premio poco deseado

MARTA Sánchez no salió del interior de una tarta, ni siquiera de la bocacha de un cetme, pero la dotación de la fragata “Numancia” rozó el éxtasis. Corría la Nochebuena de 1990 y la cantante, coruñesa y madrileña al fifty-fifty, transformada en una Marilyn Monroe capetovetónica, fue en misión secreta al buque para cantar “Soldados del amor” a los marineros con el fin de que disparasen tiros más certeros durante la guerra del Golfo. Pablo, antes Pablo Manuel, “Viva la Gente” Iglesias quiere hacer algo parecido y llevar a los inscritos en los círculos concéntricos al nirvana morado. Como el referéndum sobre su chalé fue una coña y hubo quien votó hasta seis veces ha decidido acabar con la barra libre e imponer como condición para votar estar registrado previamente con el DNI. A los militantes del municipio que muestre más compromiso les obsequiará una reunión con el tierno herbicida Pablo Echenique –“yo soy muy del amor y esas cosas, pero la mala hierba hay que extirparla”–. Con semejante regalo lo lógico es que la pelea por el título de más cumplidor no sea encarnizada.

Un premio poco deseado

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