En la duda, con las víctimas

Estamos en pleno periodo de revisión de la historia de España. O por lo menos eso pretenden muchos que no vivieron esa etapa: el franquismo, la transición, ETA... Alguien escribió que la historia la escriben los vencedores, y casi siempre es así. Se necesitan muchos años para que los historiadores rigurosos analicen lo que pasó y sus consecuencias, sin la presión del odio, del sectarismo o del rencor, con una mirada imparcial. En lo que comentamos, salvo algunos ejemplos relevantes, en España todavía no ha llegado el tiempo de la imparcialidad y algunos, en su mayor parte que no vivieron ninguno de esos momentos, quieren reescribir la historia de arriba abajo. Para cambiarla, para reinventarla y hasta para inventarla en algunos casos. Hace muchos años, en plena transición, un famoso médico dijo en televisión que había que borrar los cuarenta años del franquismo hasta hacerlos desaparecer de la historia. Alguien le matizó que “la historia no se borra, se asume y se estudia”. Este alguien era Enrique Tierno Galván.
Un pueblo que borra su historia o que no es capaz de diferenciar lo bueno de lo malo, está condenado a repetir sus errores. En el caso de ETA, tenemos que felicitarnos de que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos haya avalado que España no compute las condenas impuestas a etarras en Francia y, por tanto, que 69 presos etarras deban seguir en la cárcel. Casi ninguno ha reconocido sus crímenes ni ha pedido perdón a las víctimas ni ha contribuido a aclarar los 376 asesinatos de ETA que siguen sin castigo. La Policía española está analizando detalladamente los archivos de ETA entregados recientemente por Francia a España y hay que esperar que esa investigación pueda acabar con todos los asesinos en la cárcel. Se lo debemos a sus víctimas.
Pero también hay que se reescriba y se dulcifique la sangrienta historia de ETA. Y menos desde un gobierno democrático. Los colectivos de víctimas del terrorismo han pedido al lehendakari Iñigo Urkullu que retire inmediatamente las unidades didácticas que, en el último trimestre de este año, en un programa piloto, se impartirán a alumnos de 4º de ESO y 2º de Bachillerato en ocho centros educativos para “explicar” la historia de ETA. Incluidos cinco videos donde víctimas y verdugos son presentados como iguales. Lo único que cabe explicar es el vivir, el sufrir y el morir de las víctimas y las obligaciones de reparación del daño causado, “los derechos victimales”, como los denominó certeramente el profesor Antonio Beristáin. Blanquear la historia de ETA es negar los derechos de las víctimas, falsear la historia y borrar la realidad que fue. No es no, también en esto.
¿Qué hará un Gobierno que necesita los votos de los herederos de ETA para mantenerse en el poder y que deja que un “enviado especial” pacte no se sabe qué con el Gobierno vasco? ¿Qué hará un partido que apoya al Ejecutivo del PNV? Es una indignidad olvidar y maltratar a las víctimas o falsear la realidad que las convirtió en víctimas a su pesar. En la duda, siempre con las víctimas. Y las únicas víctimas de todo este proceso son las personas asesinadas vilmente por ETA.  

En la duda, con las víctimas

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