JORGE Mendes, a quien Lendoiro llamaba “O afillado” –de lo que se deduce que él debía de ser “O padriño”– tiene una cuadra de jugadores cuspidiños: a todos ellos le da noxo mantener buenas relaciones con Hacienda. Pero Montoro los ha ido golpeado con el mazo y ya van pactando con el fiscal para evitar problemas graves. Todos, menos Cristiano, cuyos planes son todavía una incógnita. El juez está empeñado en sentarlo en el banquillo, algo que no se atrevieron a hacer ni Pellegrini, ni Mourinho, ni Ancelotti, ni Rafa Benítez. Igual Ronaldo acaba pactando, pero tendrá que quedar claro que fue él quien arrancó el compromiso a la justicia y no al revés.