El Racing se impone en un trabajo de fe

El Racing se impone en un trabajo de fe
Los jugadores del Racing celebran el gol que supuso la victoria en el partido de ayer ante el Deportivo | jorge meis

No solo es por la victoria, un resultado que después de tres jornadas sin ganar le urgía al Racing para mantenerse en la lucha por acabar la fase inicial entre los tres primeros o, al menos, no verse condenado a las cuatro últimas posiciones, sino que es por hacerlo ante el histórico rival. El triunfo logrado ayer sobre el Deportivo supuso un ejercicio de fe en las posibilidades que el equipo ferrolano tiene de pelear por los ambiciosos objetivos que se ha propuesto para esta temporada. Al Deportivo, en cambio, lo aleja de ellos y lo condena casi matemáticamente a continuar al menos otra temporada más en Segunda B.


Salió el Racing con la intención de someter a su rival y, al menos, lo que logró es que el Deportivo apenas fuese capaz de salir de su campo. El empuje de Peñaloza o la insistencia de Pep Caballé por las bandas se convirtieron en el mayor peligro del equipo ferrolano que, sin embargo, solo generó una ocasión en una colada del exterior insular cuyo disparo fue desviado por la zaga visitante para mandar el balón a córner.


Solo con el paso de los minutos el cuadro herculino fue creando algo de incertidumbre en la portería local, como en la serie de tres corners que botó de manera consecutiva y que se tradujo en un cabezazo de Uche despejado “in extremis” por Diego Rivas. Entró entonces el encuentro en una fase en la que no hubo un dominador claro y en el que ninguno de los contendientes fue capaz de llegar a la portería contraria. Y así discurrió el choque hasta el descanso, sin nada que llevarse a la boca más que esperar a ver qué podía deparar la segunda parte del choque.


Organización

Ni tres minutos de la segunda parte cuando el Racing consiguió su gol gracias al disparo con el que Pep Caballé resolvió una acción combinativa en la que Pumar centro desde la izquierda para que la pelota quedase suelta dentro del área tras no encontrar rematador. Era el reflejo del mejor inicio de segunda parte del cuadro verde, que enfrente tenía a un rival que apenas demostraba tener argumentos para acercarse a la portería racinguista.


De hecho, a pesar de que las cosas se le fueron complicando poco a poco el Racing por la precariedad física que lo obligó a agotar su cupo de cambios a falta de casi media hora para el final del partido, el equipo ferrolano fue capaz de tener el partido más o menos controlado. Solo la entrada en acción de Beauveu, autor de un cabezazo que Diego Rivas rechazó “in extremis” puso en peligro la victoria racinguista. Un resultado que a la afición le gustaría haber visto en vivo, pero que al menos recupera un sentimiento muy vivo. 

El Racing se impone en un trabajo de fe

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