Si algo peligroso tiene esta atípica temporada en Segunda División B es que ya a mediados de febrero, mucho antes de lo habitual en una campaña convencional, los partidos comienzan a ser auténticas finales. Al Racing le restan cinco contiendas para concluir el tramo inicial del campeonato, tras el que se producirá la primera criba y se definirán los objetivos por los que luchar en los siguientes meses, y los ferrolanos apenas tienen margen de error si quieren acceder a esas tres primeras posiciones de su grupo que dan derecho a seguir en la carrera por el ascenso o, como mal menor, se ganan un lugar entre las tres siguientes para optar a una plaza en la Primera RFEF.
Salvo el Unionistas, que de vencer este fin de semana al Zamora, y en función de los enfrentamientos directos que restan por disputarse, se garantizaría un puesto entre los tres primeros, la clasificación se perfilará en las próximas cuatro jornadas a golpe de partidos a cara o cruz, de esos en los que se ponen en juego seis puntos, los que uno suma y los que deja de hacerlo el rival. Ni que decir tiene que, por el contrario, un triunfo del Zamora, avivaría todavía la batalla por la cabeza.
Y en ese escenario se cruzan mañana en A Malata los caminos del Racing y el Deportivo en un encuentro salpicado por la rivalidad, tildado de sentimentalismo para la familia racinguista pero que, ante todo, es uno de esos dos partidos previos al parón de la liga –el otro, pendiente desde que se aplazó en enero, se disputará el miércoles, también en el coliseo ferrolano, frente al Celta B– en los que se decidirá el futuro de los pupilos de Cristóbal Parralo.
Porque ganar al Deportivo permitiría a los verdes darle caza al vecino herculino y, además, decantar el “golaverage” particular y superarlo en la clasificación. De perder, la brecha entre ambos sería ya de unos casi insalvables seis puntos. Para los blanquiazules, el panorama no es mucho más alentador. Encajar su quinta derrota, en función de los resultados que se den esta jornada en otros campos, les dificultaría todavía más ocupar una de esas tres primeras posiciones en las que se veían al inicio de la campaña.
Porque lo cierto es que esta decimoquinta jornada será determinante para la suerte futura de la mayoría.
Tras perder el miércoles ante el Celta B, el Guijuelo, colista, es el único que tiene prácticamente claro que le tocará no pelear por el descenso. Un resultado este que encumbró a los celestes a la segunda posición, con un partido menos que la mayoría de sus oponentes directos.
Esta semana, los olívicos podrían desahuciar al Salamanca; mientras que Pontevedra y Compostela protagonizarán también otro duelo entre aspirantes a los que, sobre todo en el caso de los de Pasarón, también andan justos de crédito. El Racing deberá tener también un ojo puesto en el duelo entre el Guijuelo y el Coruxo, este último a solo tres puntos de los ferrolanos, porque en el peor de los casos, ya no se trata de mirar hacia arriba, sino de huir a toda costa de esas últimas cuatro posiciones –ahora mismo es cuarto por la cola– que obligan a mirar cara a cara al descenso a la que será la quinta categoría del fútbol nacional.
Aplazado
La primera batalla ante el Deportivo tendrá continuidad, cuatro días después, en la visita del Celta B a A Malata. Ambos tienen pendiente un partido que permitirá poner al día al grupo y empezar a valorar la clasificación de forma real.
Una bola extra para el Racing en otra final que, de nuevo, le toca jugarse precisamente en el escenario que hasta el momento le ha sido más adverso: el campo de A Malata. Ha sido precisamente ejerciendo como local donde el Racing ha “pinchado” esta campaña, en la que solo logró un triunfo en su feudo ante el Coruxo. Desde ese 6 de diciembre –como antes–, los ferrolanos han dejado escapar, casi siempre por la mínima o “in extremis” puntos vitales. Una situación que Cristóbal Parralo ha señalado a su llegada al banquillo verde como prioritaria. Los éxitos del Racing, sí o sí, pasan por ganar en A Malata.