Primavera sanitaria

El DRAE define la voz “sentimiento” en la segunda y tercera acepción como “estado afectivo del ánimo producido por causas que lo impresionan” y “estado del ánimo afligido por un suceso triste o doloroso”.

Es una descripción, tan sintética como precisa, de la situación emocional de la mayoría de los gallegos abatidos por la devastación pandémica, el principal problema que nos aflige. Primero, porque ya somos muchos los que vivimos de cerca la muerte de un familiar, de un amigo o de un vecino víctimas del coronavirus que en el último trance de su vida solo contaron con la admirable profesionalidad de los sanitarios que suplieron con su cariño a los familiares ausentes. Vaya el recuerdo para todas las víctimas del virus y la gratitud inmensa para el personal sanitario.

En segundo lugar, además del drama de tanta muerte, todos estamos tocados por el miedo al contagio, un riesgo real que nos perturba de forma severa y es una seria amenaza para nuestra salud mental. Los psicólogos ya detectan en la gente tristeza, fatiga emocional y física, además de alteraciones en los patrones del sueño y de la alimentación y otras perturbaciones que amenazan nuestra estabilidad emocional. Es normal, diez meses continuados viviendo con tanta angustia dejan secuelas incluso en las personas más fuertes.

Naturalmente, la salud es lo primero pero después está todo lo demás. Y en “todo lo demás” cobran especial dramatismo los problemas económicos que afectan a cientos de empresas y autónomos, que ya no pueden más -la pandemia cerró en Galicia 2.200 negocios de autónomos-. Cada día lanzan al aire gritos desgarradores pidiendo auxilio sin ser escuchados porque España, el país más castigado de Europa por la pandemia, es el que menos ha gastado en ayudas directas a las empresas, según un informe del BCE. La lluvia de millones anunciada en marzo del año pasado con la promesa de que “nadie va a quedar atrás” resultó ser un gran fiasco.

¿Cuándo acabará esta pesadilla? Tal día como hoy de hace años un viejo profesor, viendo la tristeza en el cara de sus alumnos adolescentes –el largo invierno y los problemas propios de la edad hacían mella en ellos– intentó levantar su ánimo y les dijo en latín macarrónico “jam flores aparuerunt in terra nostra”. Esas flores ya están brotando con la bajada de los contagios y la vacunación que coge carrerilla camino de una primavera sanitaria, recuperadora de la economía y del bienestar mental.

Por tanto, toca “coger aire” agarrados al dicho tan galaico “nunca choveu que non escampara”, cumplir con las directrices de los expertos y no entrar en un frenesí insensato. Estamos en el “modo salvar vidas” antes que disfrutar de festividades. 

Primavera sanitaria

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