la mansión, a unos 60 kilómetros del norte de París y ubicada en la pequeña localidad de Gisors, permanecerá abierta, por primera vez a los visitantes, durante cuatro domingos (8 y 22 de abril y 13 y 27 de mayo).
Picasso (1881-1973) encontró en las caballerizas vacías de la aislada propiedad el lugar ideal para establecer su taller, que albergó sus numerosas obras junto al habitual caos del que se solía rodear.
Tenía 50 años cuando la adquirió a comienzos de los años 30 y ya era un artista reconocido. En el palacio, disfrutó de una gran libertad creadora lejos de la capital París, a pesar de que en aquel momento atravesaba una crisis personal y artística.
Mantenía entonces una vida paralela con su amante Marie-Thérese Walter, 28 años más joven que él y cuya relación terminó en 1935 con el nacimiento de su hija Maya, un hito que trajo consigo la separación de su primera esposa, Olga Khokhlova.
Picasso plasmó sus vivencias como si se tratase de las páginas de un diario, por lo que no es extraño que Marie-Thérese aparezca en sus esculturas como una figura sensual y cargada de erotismo, entre ellas “Busto de mujer”, en 1931, o “Mujer acodada”, en 1933.
La mansión y el jardín de varias hectáreas que la rodea pasó a las manos de Olga después de que la pareja se separara en 1935.
Bernard Ruiz-Picasso, nieto del célebre artista, decidió abrir la casa de su abuelo “no solo para que el público vea el taller”, sino también para presentar la obra del artista estadounidense Joe Bradley.
El trabajo de Bradley se muestra en la actualidad ene le espacio destinado a caballerizas, ocupadas por las piezas de Picasso hasta que éste las repatrió a París, a escondidas, durante la Segunda Guerra Mundial.
“Abrir una casa con memoria es aún mejor si hay un proyecto o una idea de presentar un artista contemporáneo que muestra el presente como es”, explicó en declaraciones el actual propietario del edificio, cuya colección está estimada como la más importante de todos los herederos del artista. l