Claudia Canay, Diandra Cobelo y Ekaterina Kuchenkova conformaron durante la mayor parte de la campaña la formación del Tenis de Mesa Narón que el pasado fin de semana selló su presencia en la fase de ascenso a la máxima categoría del tenis de mesa nacional, la Superdivisión –la asimismo canterana Belén Sañudo estuvo también en liza con el equipo en varios duelos–.
La escuadra naronesa se movió durante gran parte de la temporada "rondando" los lugares de privilegio de División de Honor, algunas jornadas un poco más alejada –en su "peor" semana bajó hasta la sexta plaza de un total de diez equipos en este grupo uno– y ocupando la posición de bronce en la que finalmente terminó muchas más. Sin embargo, el equipo local dependía en parte de sí mismo, y en parte no, para sellar una excepcional campaña que puede acabar con el joven conjunto en la elite estatal. Y es que, en la última jornada, la disputada hace poco más de cuatro días, Canay, Cobelo y Kuchenkova tenían que imponerse al ya descendido Ripollet y esperar un traspié del Irún Leka Enea. Ambos factores de la ecuación se dieron y el resultado fue su clasificación para la lucha por entrar en la elite.
"La verdad es que salieron bien las cosas", comenta Fernando Montero, presidente de la entidad deportiva con sede en Santa Icía, "y además en una competición que este año estuvo muy igualada, como demuestra la cantidad de equipos que quedaron empatados a puntos". El club naronés realizó una apuesta por esta joven formación ya desde el inicio de la campaña, con el regreso de la tenista rusa Ekaterina Kuchenkova –que ya había formado parte del conjunto parte del anterior ejercicio–, en principio para el tramo inicial de liga y, tras ver las opciones de la escuadra de estar entre las mejores, la entidad redobló esfuerzos para que volviese en los últimos choques.
Una apuesta ganadora, como comenta Montero, “Katta fue clave, el año pasado nos ayudó a salvarnos y este a entrar en la fase”. Y es que la experiencia y nivel de la rusa junto con la calidad y ganas de las canteranas del Narón –tanto Canay como Cobelo suman más de la mitad de su vida en la entidad local– provocaron una explosiva reacción en una escuadra cuya media de edad no llega a los 19 años.
“Estamos muy contentos”, comenta Montero, “y si se ascendiese sería todo un premio. No es nuestro objetivo principal y permanecer es muy difícil pero el hecho de vivir una temporada en Superdivisión estaría muy bien”. Un camino que Canay, Cobelo y Kuchenkova comenzarán a recorrer prácticamente ya. Puesto que si hace tres días finalizó la liga, la fase de ascenso arrancará en poco más de una semana y lo hará como si fuese en casa para las locales, que jugarán en Pontevedra para seguir haciendo historia.