Reportaje | “Polonia es el país por descubrir, pero no me gusta sufrir a nuestro Rácing a distancia”

Reportaje | “Polonia es el país por descubrir, pero no me gusta sufrir a nuestro Rácing a distancia”
El joven de 27 años consiguió convencer a su jefe para vender todos los tipos de Estrella Galicia en el Pika Pika, una cerveza que triunfa entre los locales

Cuando Iago Blanco Liaño dejó su Ferrol natal hace cuatro años para estudiar una beca Erasmus+ en la ciudad polaca de Poznań, no se imaginaba que sería un viaje solo de ida –por el momento–. Cursó la carrera de Química durante todo el curso hasta que en junio de 2015 le tocó volver a casa, pero, al cabo de 6 meses, regresó otra vez tras aceptar unas prácticas de laboratorio en la univerdad de la ciudad durante tres meses; “la verdad es que tenía bastante morriña polaca”, explica el joven de 27 años. Dos días antes de coger el avión de vuelta a casa se cruzó en su camino la que ahora es su novia y, “como no hay dos sin tres, acabé la carrera y compré un billete de ida para ir a visitarla y aquí llevo viviendo desde 2016”, comenta.
Tras intentar un futuro en su campo –algo que se vio frustrado debido a la barrera idiomática– y conseguir varios trabajos en su primera semana –en una academia dando clases de español y en la que ahora, además, aprende polaco, y cuidando a los hijos de un padre gallego y una madre local–, llegó al Pika Pika, un bar montado por un pamplonés hace siete años y del que actualmente el ferrolano es el encargado.
“Empecé trabajando de cocinero, tuve buena maestra en la calle de la Tierra –mi madre– y además siempre me gustó la gastronomía, y a los dos meses fui cogiendo otras responsabilidades hasta la actualidad que sigo llevando el bar”, indica Blanco Liaño. Aunque el establecimiento ya estaba especializado en comida española, el ferrolano lo fue “galeguizando” poco a poco. “De vez en cuando preparamos pulpo á feira, pimientos de Padrón... y uno de los vinos que más vendemos y gustan es también gallego, un Godello muy bueno”, asegura el joven, al mismo tiempo que cuenta que convenció a su jefe para tener en el bar todas las cervezas de Estrella Galicia disponibles.
“La verdad es que me siento como en casa, ¡Y a los polacos les encanta la Estrella! Vendemos un montón a la semana y más barata”, destaca, aunque también se queja de los problemas que tienen para conseguirla, ya que tienen que adquirirla a través de unos amigos gallegos de Hannover (Alemania) porque la empresa gallega no tiene pensado introducir su marca en Polonia y no la pueden enviar directamente desde A Coruña.
Pequeña embajada
Poznań, al ser ciudad universitaria, goza del ambiente propio que dan los estudiantes y cada año suele albergar a unos 300 españoles por curso que disfrutan de una beca Erasmus como en su día lo hizo Iago Blanco. “Y trabajando hay muchísimos también. Tenemos como una pandilla y todos nos conocemos y se reúnen todos los fines de semana en el Pika, que ya la llamamos la pequeña embajada española”, asegura riéndose.
Aunque son muchos los turistas o ciudadanos adoptados que al ver un bar español –los gallegos al ver el cartel de Estrella Galicia, sobre todo– no pueden reprimir su emoción y entran en el local para saciar su morriña, entre los polacos también triunfa la comida española. “Ven o escuchan tapas y se vuelven locos. Desde tortilla, paella, croquetas, calamares, embutidos, gambas y hasta uno de nuestros platos estrella, las berenjenas con miel. Es un orgullo escuchar de su boca que nuestra comida esta mejor que en muchos sitios que han visitado en España”, comenta.
Orgullo ferrolano
Familia y amigos tiran mucho a la hora de plantearse volver a casa, por no hablar de la costa, algo de lo que Ferrolterra puede presumir. “Este va a ser mi primer verano sin ir a una playa de Ferrol y se echa mucho de menos el mar. La verdad que Polonia, y muchas personas coinciden cuando vienen de viaje, es el país por descubrir. Te sorprende mucho y está creciendo un montón y a paso rápido, pero Ferrol es mi ciudad e intento ir de visita cada cuatro o cinco meses”, asegura el joven, aunque también reconoce que la vida da muchas vueltas.
“Claro que echo de menos Ferrol y Galicia, aunque por ahora estoy feliz y a gusto en Poznań, pero ya se verá, nunca se sabe”, indica, al mismo tiempo que señala lo mal que lo pasa con su equipo de fútbol; “no me gusta sufrir con nuestro Rácing a distancia, se lleva muy mal no poder ir cada domingo al templo (A Malata)”.l

Reportaje | “Polonia es el país por descubrir, pero no me gusta sufrir a nuestro Rácing a distancia”

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