Con 19 años y tras haberse formado en las escuelas del Padroado de Cultura de Narón, David Díaz Falcón –Ferrol, 1992– se marchó a Barcelona con el objetivo de seguir creciendo en el exigente mundo del baile. Un año después, volvía a hacer las maletas rumbo a Italia para continuar con su carrera. Se estableció en Bolonia, donde se dedica profesionalmente a su gran pasión.
Fue allí, en Italia, donde le sorprendió la incipiente crisis sanitaria provocada por el Covid-19, aunque, casualidades de la vida, relata, semanas antes había “escapado”, sin saberlo, del virus. “A finales de diciembre estuvimos cerca de Wuhan dando clases después de cambiar la fecha inicial –mediados de enero– porque no nos iba bien”.
Ya de vuelta en Molinella (Bolonia), donde vive con su pareja, Denise Baccari, comenzaron a salir informaciones sobre el coronavirus, que entró con fuerza en Europa a través de Italia. “El 23 de febrero estábamos compitiendo en una ciudad de la Toscana y durante el torneo empezaron a llegarnos un montón de mensajes y correos que decían que Italia estaba entrando en estado de alarma”, recuerda David. Después llegaron las llamadas en las que se les prohibía dar clase en los locales sociales o a grupos. “Esa misma semana nos cancelaron una concentración muy grande que teníamos en la escuela con bailarines y maestros de todo el mundo”, añade. También en esas fechas tenían previsto viajar a República Checa para competir, pero el organizador del evento, apunta Díaz Falcón, les llamó diciendo que no dejaban participar a nadie procedente del norte del país transalpino.
“Incertidumbre”
“Pasó todo muy rápido y para nosotros fue todo muy extraño, porque un día nos prohibían trabajar y al día siguiente todo funcionaba con normalidad. Era un momento de incertidumbre para todos por no saber qué hacer ni qué pasaba”, cuenta. La semana siguiente todo fue empeorando. “Empezaron a crear las zonas rojas y en cuarentena al norte”, explica el bailarín. “Las primeras fueron Lombardia y Veneto y la última, Emiglia Romagna, que es donde yo vivo”. Hasta que las restricciones llegaron a su región, explica David, “es cierto que ves que hay un problema, pero como tu ciudad de momento no es un foco, pues te hace olvidarte un poco... Hasta que la cosa empeora drásticamente de un día para otro y cierran todo el norte. Ahí es cuando la gente empezó a entrar en pánico: supermercados vacíos, todo cerrado y policía por todos lados”.
Fue entonces cuando David tomó la decisión de irse. “En ese momento estaba solo en casa porque mi pareja se encontraba en España y yo tenía un vuelo para venirme la semana después a competir a Alicante”, narra el ferrolano, “pero se hablaba de que cerrarían el país al completo, por lo que decidimos que mi pareja no volaría, ya que ella es italiana, y no quería quedarse confinada fuera de Italia con su familia”.
David decidió quedarse allí, pero las noticias del día siguiente le llevaron a cambiar de plan. “Cerraban el país y tendríamos que estar confinados en casa”, señala, “y en España todavía estaba comenzando, así que ese día, tras cancelar todo el tráfico aéreo, hice las maletas, cogí a mi perro, llamé a la Embajada española para que me hiciesen un certificado conforme estaba regresando a mi país porque en aquel momento ya no podíamos salir de casa y viajé en coche durante dieciséis horas hasta Madrid, donde se encontraba mi pareja, en casa de unos amigos”.
“Somos muy parecidos”
Sobre cómo se gestionó la crisis en los momentos iniciales, David Díaz no cree que se tardara en reaccionar, sino que “las cosas no eran claras desde un principio y no teníamos claro qué podíamos hacer y qué no”. Con todo, reconoce que hubo mucha confusión. “Los italianos y los españoles nos parecemos bastante y somos gente de estar fuera de casa. Un bar nos tira mucho y la gente no estaba concienciada de la gravedad hasta que se les fue de las manos... Y ahora es difícil controlarlo”, afirma.
Ahora, instalado momentáneamente en Madrid, David reconoce que sí tuvo miedo el día que emprendió el viaje a España en automóvil. “Pasé por zonas rojas”, explica, “y aunque llevase el documento conmigo, siempre tienes la duda de si te paran y te dejan cerrado en una zona roja o simplemente si Francia no me dejase pasar por su territorio para llegar a España”.