El Ayuntamiento de Santiago pidió ayer en un juicio que la familia de Francisco Franco devuelva dos esculturas del Maestro Mateo –las que representan a Abraham e Isaac– que formaban parte del Pórtico de la Gloria de la catedral de la capital gallega, al estimar que fue un “expolio” y un “abuso” del dictador.
Por su parte, los Franco pidieron ante el Juzgado de primera Instancia número 41 de Madrid que se desestime la demanda alegando que son los legítimos propietarios de las piezas ya que mantienen que fueron compradas a un particular a través de un anticuario, sin que a su juicio el consistorio haya probado que sigue siendo propietario.
El abogado del Ayuntamiento de Santiago, Xoaquín Enrique Monteagudo, aportó en la vista el contrato firmado ante notario el 4 de junio de 1948 por el que el Consistorio compró al conde de Ximonde tres estatuas, dos de ellas las que son objeto de este litigio, por 60.000 pesetas.
Explicó que se incluyó una cláusula por la cual se establecía que las piezas debían estar siempre en el patrimonio artístico municipal, por imposición del conde. El letrado consideró que fue en 1954 cuando las estatuas fueron llevadas al pazo de Meirás de la familia Franco como un regalo del entonces alcalde sin acuerdo municipal alguno y de una forma “oculta, clandestina y delictiva”. Así, señaló que el beneficiario de este “expolio” fue el jefe del Estado de un régimen dictatorial “frente al que nadie podía reaccionar” y “ni siquiera el conde de Ximonde se habría atrevido a realizar reclamación alguna”.
Por su parte, el representante de la parte demandada, el letrado Juan José Aizcorbe, aseguró que Franco y su esposa compraron las piezas a un particular a través de un anticuario y “no se puede exigir a los nietos que tras setenta años conserven una factura o un recibo de compraventa”.
Añadió que, además, el Ayuntamiento no ha acreditado documentalmente que pagara finalmente las piezas, ni la recepción ni su ubicación. Incluso manifestó que “hay dudas razonables” de que las piezas reclamadas sean las que figuran en la escritura de compraventa de 1948.
Al comienzo de la vista, y a propuesta del Ayuntamiento, declaró como perito el catedrático de Arte Ramón Izquierdo Perrín, que concluyó que las dos piezas reclamadas son las que compró en 1948 el municipio gallego. Explicó que estaban en el Pórtico de la Gloria de la catedral de Santiago. El perito añadió que las estatuas se retiraron en 1520 para instalar unas puertas de madera y fueron llevadas a un colegio, donde permanecieron hasta que en el siglo XVIII el conde las retiró y las llevó a un pazo. l