Más de 76.000 inmigrantes y solicitantes de asilo llegaron por mar a Europa en las primeras seis semanas de 2016, unas cifras que prácticamente multiplican por diez los datos recabados durante el mismo periodo de 2015, que ya establecieron un flujo migratorio sin precedentes en décadas.
Italia, que llegó a ser el principal punto de entrada en suelo europeo, registró en lo que va de año casi 6.000 llegadas, de momento menos de las 7.800 de enero y febrero –completos– de 2015, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). Para Grecia, en cambio, la tendencia se invierte y ya han arribado a las islas del Egeo más de 70.000 personas. El año pasado, el número de llegadas en enero y febrero fue inferior a las 4.000, según el informe de la OIM, que lleva semanas alertando de que la crisis de refugiados está lejos de remitir.
La media de llegadas diaria en todo el Mediterráneo es de 2.000, diez veces más que el año pasado, si bien la muestra más trágica de esta crisis está en el número de fallecimientos: al menos 319 en la ruta griega y 90 en la italiana.
La OIM espera que en marzo Grecia reciba al que sería su inmigrante número un millón.
Desde comienzos de 2015 ya llegaron más de 924.000.