Los desprendimientos de San Felipe siguen sin solución cuatro años después

Los desprendimientos de San Felipe siguen sin solución cuatro años después

Mientras el castillo de San Felipe quiere resurgir con un importante lavado de cara y obras de mejora y cuando se potencia el Ferrol natural y el entorno como recurso turístico inestimable, los vecinos que durante todo el año –y muchos más en verano– residen en esta parroquia se preguntan por qué, sin embargo, tienen que sufrir desde hace cuatro años unos accesos tercermundistas

En el año 2013 se produjo un primer derrumbamiento del muro de la carretera, que fue paliado con la colocación de unas vallas, que se fueron deteriorando y finalmente fueron sustituidas por otras metálicas para evitar caídas. Posteriormente, en 2015 un nuevo desprendimiento dejó la carretera intransitable para los vehículos ante la peligrosidad que supone.

Y así permanece todo desde entonces, una de las zonas más demandadas por los visitantes, que son, precisamente, los que más se sorprenden al encontrarse con este panorama de accesos, ante la pasividad de algunos y la paciencia de las 20 familias que se ven afectadas todos los días por no poder llegar en coche hasta sus casas.

El problema no radica solo en acercarse a sus viviendas –se han acostumbrado a dejar el coche en algún hueco y acercarse andando– sino en la llegada del butano –el camión debe recorrer el camino andado marcha atrás cada vez que presta su servicio– o del gasoil –al que deben avisar de que lleve una manguera larga para poder recargar las calefacciones de algunas viviendas–. A estos se suman el coche del pan o la incertidumbre de qué harán los residentes si precisan el servicio de una ambulancia.


Vecinos de la zona continúan con sus quejas al ver que el tiempo pasa y nada cambia pero aun así mantienen su papel de vigilantes diarios y ayudan a quienes, ante la deficiente señalización, se ven en el medio de un vial intransitable y sin un espacio para dar la vuelta. Los vecinos ayudan en las maniobras, vigilan que no ocurran accidentes y advierten a furtivos que acuden a la ría del peligro de la zona, pese a que no siempre se agradecen sus consejos.

Hace ahora un año, el pleno de la Diputación dio el visto bueno a esta obra en el marco del POS, valorada en 77.179 euros. El Concello, posteriormente, inició en agosto del pasado año el proceso de contratación de una intervención, que tendrá un plazo de ejecución de tres meses. Seis meses después los vecinos siguen esperando que la seguridad del vial sea considerada una prioridad para el Concello.

Los desprendimientos de San Felipe siguen sin solución cuatro años después

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