En enero de 2009, un grupo de amigos amantes de la comida y la cocina, se reunieron para perfilar la creación de una sociedad gastronómica en la ciudad naval, al estilo de los tradicionales txokos vascos, y en diciembre de ese mismo año se aprobó su inscripción en el registro bajo el nombre de Fame Neghra.
“Hace años existía la Beatífica Cofradía del Colmillo, un grupo de gente que no teníamos local pero que nos juntábamos para hacer comidas y cenas y una vez propusimos lo de comprar un bajo pero no fue para adelante la idea. Más tarde, alguien nos dijo que iba a quedar libre El Gato Verde (el 687 de la carretera de Catabois) y lo retomamos.
Convencimos a 40 incautos para hacer aquello”, comenta uno de los socios fundadores, Manolo Varela. “También es que el ‘presi’ tiene mucho arrastre. Y hubo mucha gente que ayudó a poner aquello de otra forma distinta, hay muchas horas de trabajo allí metidas por las que la gente no cobró absolutamente nada”, añade Suso Porta, otro de los integrantes de la sociedad.
Actualmente, cuentan con 29 socios, aunque llegaron a ser casi 40. “Ahora mismo no hay mujeres pero sí que las hubo”, comenta Varela; “es una cosa curiosa porque funciona como un txoko pero no como uno tradicional, aquí si las mujeres quieren cocinar cocinan, si quieren organizar una fiesta la hacen... misoginia ninguna”, añade Porta. Por tradición, en buena parte de los txokos del País Vasco se permite la entrada a las mujeres pero con dos excepciones: no pueden pisar la cocina y tampoco ser socias.
Para mantener el local, cada socio paga una cuota mensual con lo que se cubren los gastos fijos, como el alquiler del bajo de la casa donde se ubican, y los que van surgiendo. “En Euskadi, casi todas las sociedades son compradas pero claro, allí hay demanda. En San Sebastián solo ya hay 120 sociedades gastronómicas con 200 e incluso 400 socios”, asegura Manolo Varela.
Las asociaciones gastronómicas vascas –hay más de 1.500 actualmente– sirven de inspiración para regir la normativa de Fame Neghra, por lo que los socios que quieran realizar algún tipo de actividad en el local pueden apuntarse en la tabla de reservas e ir a comer allí con la gente que quieran. Con todo, se intentan hacer cosas sociales como comidas de temporadas (cocido, setas...) y una con actuación a final de mes, como la que tuvo lugar el pasado sábado y en la que estuvo presente A Corral Poliafónica do Aturuxo de Melpómene, que animó la cena de unas 50 personas.
En sus inicios, Fame Neghra impulsó también la realización de cursos y catas, aunque ahora mismo ya no se llevan a cabo “porque la cocina que tenemos no es la adecuada para esto porque hay una pared enfrente que limita mucho”, explica Varela
La inmensa mayoría de los socios de la sociedad gastronómica ferrolana no se dedican al mundo de la hostelería –“ahora mismo solo hay uno, Alexo (de Casa Alexo) y tres bodegueros”, señalan– pero todos comparten la pasión por las reuniones con amigos ante un buen plato. “El 90% de los que somos socios cocinan y muy bien, excepto yo y otro que hace menos que yo”, comenta riéndose Suso Porta. De hecho, todas las comidas que se hacen en Fame Neghra son de elaboración propia, aunque en una ocasión se juntaron una decena de socios que no sabían cocinar y pidieron comida a domicilio; “ya se les abrió expediente”, ironiza Varela.
Calidad y calidez
Los dos socios coinciden en señalar que estos diez años han significado “una experiencia muy buena porque, a parte de lo que significa la cosa lúdica de comer y reunirse, también se estableció un sistema de amistad muy bueno y con muchísima confianza”, destaca Porta. “Hay una calidad y calidez humana impresionante, hay muy buena gente y de toda clase y condición”, añade Varela.
Este tipo de sociedades no son habituales en Galicia, donde Fame Neghra solo tiene constancia de que exista una en A Guarda y otra en Ourense, “aunque esta última es un grupo de amigos no una sociedad”. Asimismo, en la vieja estación de tren de Miño también existía un proyecto gastronómico hace tiempo y en Xuvia se creó otro aunque terminó cerrando.