Leo Bassi será uno, pero no el único que participe en la gala solidaria de mañana, a las 19.00 horas en el teatro Colón, donde Pallasos en Rebeldía harán reír con Mago Teto, Patty Diphusa, Yolanda Paz, Desastronauts y él. Y las risas serán euros para sus proyectos de cooperación por el mundo. Para el cómico, su intervención será un placer porque “compartimos la misma visión del mundo” y el clown tiene una misión en la vida. Bassi cuenta que en su caso, le viene de lejos, en concreto, de 170 años con un bisabuelo haciendo malabares ante el objetivo de los hermanos Lumiere.
Hace dos años que su hermano encontró estos documentos, cuatro cintas de 30 segundos que proyecta en el espectáculo y que aún le provocan un efecto burbuja: “Soy el heredero”, el último bufón que para Leo, es “una actitud frente a la vida, donde hay que ser muy positivo incluso en las tragedias”, además de tener orgullo y no querer ser pisado por nadie, “no arrodillarse frente al emperador”. De baja clase social, cuenta que el bufón no le tiene miedo a su condición y usa la ironía y el humor como armas para defenderse. Pero reconoce que el oficio se complica porque “nuestra sociedad está llena de humor superficial, la gente se descojona de risa cada dos segundos, y hay tensiones políticas”.
Habla de las subvenciones que acotan la libertad, pero Bassi va siempre a taquilla y no tiene esa dependencia: “Ser valiente no es fácil”. Él vio cómo le ponían una bomba a su teatro y le quemaban su capilla “El paticano”. La volvió a levantar y entre tanto se dio cuenta de que lo vulgar, que usó en su momento para romper un clímax de conformismo que imperaba hace 30 y 40 años, está ahora de moda y satura: “Pones la televisión y está por todos lados”. Por eso, escoge la poesía y la elegancia como una nueva provocación y porque todos los payasos son lírica en movimiento, se mueve a contracorriente: “Sé cómo hacerlo”. Lo vivió de pequeño con sus padres y abuelos. Ellos son risas y lágrimas a la vez.