Se presenta como un gran avance en el campo de la oncología y lo es, según el jefe de servicio del Chuac, Luis Antón Aparicio. El descubrimiento por parte de un equipo internacional de cómo actúan las primeras etiquetas moleculares, que facilitan a los tumores originales invadir otros órganos del cuerpo se presenta como el primer gran paso para evitar metástasis, eso sí, de los cánceres que no se camuflan.
Cuenta el especialista que el origen de la investigación se remonta al año 2000 cuando se demostró que una célula puede excretar fuera de la superficie de su membrana y enviar paquetes llamados exosomas, que salen del citoplasma con proteínas y DNA. Esto hace que los receptores incorporen ese material genético anormal y ayuden a esas células malignas a que se instalen fuera de su origen: “Les mandan un mensaje del tipo ‘permítanme invadirle’ y por el flujo sanguíneo se van al pulmón o al hígado y esto da como resultado la metástasis”.
La clave pasa por descifrar esos códigos de comunicación que permiten crear ambientes favorables para el desarrollo de la enfermedad: “Conociendo el mensaje, se podrá bloquear” y reducir la posibilidad de metástasis. ¿Cómo? El experto explica que a través de medicamentos capaces de destruir la información: “Son nuevas dianas terapéuticas”, dándole el contenido de las misivas al sistema inmunitario, que obrará en consecuencia: “Su reducción será evidente”.
Aunque lo que desvelaron los científicos hace 15 años fue muy importante, faltaba lo segundo, que les permitirá operar en cualquier tumor que presente el paciente porque “todos hacen uso de la misma herramienta”, apunta.
Aparicio explica que es como “si mandas un mail que va alterado, tienes que descubrir el código y estimular para que no llegue”. Reconocido el contenido, el sistema y también el tejido nodriza que soporta el tumor prohibirá su asentamiento.
Los medicamentos servirán para paralizar el crecimiento del mismo y bloquear así la metástasis: “La inmunoterapia del cáncer se desarrollará en un plazo de diez años”. En la guerra contra el cáncer, el médico explica que entonces ya se utilizará “algo más que arcos y venenos”.
Los combatientes dispararán al centro de la diana, “serán muy selectivos y conocerán al enemigo; sabrán qué características tienen, qué color”, y, sobre todo, tendrán en su mano las armas adecuadas porque “ya no vale matar al cáncer a pedradas”. Sin embargo, esto no es la crónica de una muerte anunciada porque “hay algo más antiguo”. Y es que “el cáncer se camufla y se esconde para que no se le reconozca”.
El doctor Aparicio señala que manda mensajes falsos para que el organismo lo tolere y piense que es un amigo de toda la vida. Es por eso que la comunidad científica identifica los exosomas como caballos de Troya ya que lo que aparentemente es un regalo por parte de esas células cancerígenas resulta ser un caramelo envenenado. Por delante queda mucho trabajo porque, según el experto, “nos encontramos en una época dorada de grandes avances oncológicos”.
Puesto el ojo, falta colocar la bala que impida al enemigo de todos avanzar. Aún así, asegura que el cáncer no se erradicará porque esto supondría el fin de la vida y “la vida es una selección donde siempre existe algo más inteligente”. n