Una antigua novia del copiloto de Germanwings, acusado de derribar deliberadamente un Airbus A320 en los Alpes franceses con 149 personas en su interior, dijo en una entrevista publicada en el diario alemán “Bild” que Andreas Lubitz le había dicho que un día “todo el mundo conocería su nombre”.
La expareja, una auxiliar de vuelo de 26 años de edad, dijo que cuando se enteró del trágico suceso, la frase de Lubitz le vino de nuevo a la memoria. “Un día voy a hacer algo que va a cambiar todo el sistema y todo el mundo sabrá mi nombre y lo recordará”.
Ella dijo que si efectivamente lo hizo “es porque él entendía que, a causa de sus problemas de salud, su gran sueño de tener un empleo en Lufthansa como capitán y comandante de vuelos de larga distancia, era prácticamente imposible”, explicó.
La mujer señaló que rompió con Andreas Lubitz “porque cada vez era más claro que él tenía un problema. Durante las discusiones, se desquiciaba, me gritaba (...) Tenía muchas pesadillas y por la noche se despertaba gritando”.
ADN
El mismo diario germano también señala que los investigadores del suceso creen que han conseguido identificar los restos del copiloto gracias a las pruebas efectuadas con ADN.
De confirmarse esta información, sería clave para saber si Lubitz había consumido medicación u otras sustancias en las horas previas al accidente aéreo.
Por su parte, el “Die Welt” apunta que agentes de la policía hallaron en el registro del apartamento del copiloto, en la ciudad alemana de Düsseldorf, numerosos medicamentos para tratar un grave trastorno psicosomático.
El hombre, de 27 años, estaba siendo tratado por varios neurólogos y psiquiatras”, aseguró un miembro de la investigación en declaraciones al rotativo, al tiempo que agregó que no se hallaron ni drogas ni nada que haga indicar una dependencia a los narcóticos o al alcohol.
Lubitz, sufría un “síndrome subjetivo de sobrecarga” -lo que se conoce como “burnout” o estar “quemado” por estrés laboral- y tenía una fuerte depresión, señala, y agrega que “esto se desprende de notas personales del piloto, que guardó y archivo”.
Respecto a los problemas físicos del copiloto también el periódico estadounidense “The New York Times” apunta otra dolencia, en este caso ocular.
Según el “NYT”, que cita a dos fuentes con conocimiento de la investigación, Lubitz buscó tratamiento para unos problemas de visión que podían haber puesto en peligro su trabajo.
El periódico recuerda que, según varios testimonios, para Lubitz era muy importante volar y que no había cumplido sus aspiraciones profesionales de cubrir rutas de larga distancia como comandante.
La Clínica Universitaria de Düsseldorf informaba el pasado viernes de que Lubitz había sido evaluado en sus instalaciones por última vez el 10 de marzo.
Consultada por “The New York Times”, una portavoz del centro no quiso comentar si el copiloto había presentado problemas de visión, alegando las leyes que protegen la privacidad de los pacientes.
En un comunicado, la clínica calificó el mismo viernes de “incorrecto” que Lubitz fuera tratado en ella por depresión y dijo que había acudido al centro para contrastar diagnósticos, sin dar más detalles.
Patología muy oculta
También diversos expertos en psiquiatría y psicología apuntaron que el copiloto de Germanwings pudo padecer una patología mental muy oculta que las pruebas psicotécnicas no habrían detectado.
Esta hipótesis se apunta como una de las posibles causas del comportamiento incomprensible y presumiblemente suicida del copiloto, aunque los especialistas indican que sería necesaria una mayor información y más detallada para poder explicar por qué llevó el avión hacia la catástrofe y además ocultó su baja por tratamiento psiquiátrico.
Parece que el estrés no sería el desencadenante directo de la acción y que el joven padecería una patología no detectada.