Se le había resistido en el 2016 y en el 2018, años en los que también había estado nominado, pero, “esta vez sí”, José Vicente Rioseco, “Pepín” Rioseco (Ferrol, 30 de abril de 1941), ha podido incrementar su extenso palmarés con el galardón de mejor atleta máster nacional de 2019. Un título que le ha hecho especial ilusión pues para otorgarlo, además de los méritos deportivos, también se valora la opinión tanto de los aficionados como de especialistas vinculados a la Real Federación Española de Atletismo.
En la presente edición, como en las dos anteriores en las que entró en la terna, Rioseco partía con la mejor marca de entre todos los candidatos gracias a los extensos méritos acumulados en los últimos meses. Y es que, en 2019, el ferrolano se hizo con el entorchado nacional de la categoría máster 75 en las pruebas de la milla, los 800 y los 1.500 metros, así como los 2.000 obstáculos. De hecho, en esta última logró establecer un nuevo récord mundial con un registro de 8:29.26.
Contar además con el respaldo mayoritario del resto de estamentos lo catapultó en esta edición a lo más alto de la clasificación en los tres apartados y le permitió añadir su nombre a un cuadro de honor en el que también figuran otras ilustres del atletismo gallego como Chus Sanguos o Esther Pedrosa.
Trayectoria
Apacible e inalterable en su ánimo, Pepín Rioseco ha recibido con satisfacción un premio que condensa la pasión que durante toda su vida ha sentido por el deporte. “Siempre me gustó correr. Vivía a un kilómetro y medio del colegio y recuerdo que salía por las mañanas corriendo y regresaba también corriendo”, recuerda. En el instituto y en la facultad mantuvo una actividad atlética regular, pero su vida laboral le impidió dedicarle más tiempo a la disciplina.
Nunca dejó de hacer ejercicio –nadar, jugar al tenis, ir al gimnasio...– ni de estar directamente vinculado al deporte como directivo en federaciones o clubes, pero no fue hasta que le llegó la jubilación cuando tuvo “todo el tiempo del mundo” para dedicarse a las que a día de hoy son dos de sus grandes pasiones: la lectura y el atletismo.
Este último le ha dado muchos éxitos deportivos, pero sobre todo la gran satisfacción de “poder viajar y encontrarme con otros amigos que tienen las mismas ganas e ilusión que yo por el deporte y poder relacionarme con ellos en un ambiente desinhibido”, relata.
Amante de la naturaleza, vivir en la zona rural le ha permitido llevar mejor el confinamiento de las últimas semanas y mantenerse activo ejercitándose en su finca. Recuperar ahora la libertad le abre un nuevo horizonte, “no solo por las sensaciones físicas que te produce el deporte”, sino porque estar en contacto con la naturaleza “es un deleite para los sentidos”.
Rioseco ha retomado su ritmo de trabajo con mesura: “Esta mañana, por ejemplo, anduve una hora y después corrí otra”, una actividad física moderada para cualquiera que poco tiene que ver con lo que habitualmente hace este atleta máster quien advierte que, habitualmente, “también hago otras cosas como natación, ir al gimnasio...”
Recomendaciones
Como doctor –jubilado– y atleta veterano, ¿qué le aconsejaría a los que vuelven ahora a entrenar o a los que aprovechan el momento para estrenarse en estas lides? Rioseco lo tiene claro: “Tomar el hábito del deporte es fundamental, sea cuando sea. Antes era raro ver a la gente correr, pero ahora es lo más habitual. Es un movimiento muy ligado al concepto de salud. La gente sabe que el ejercicio físico es fundamental para mantenerse sano e ir al gimnasio o salir a correr ya está en la conciencia de la gente”, explica antes de apostillar que “hasta hace poco el deporte era un placer, ahora es un hábito”.
Aunque se considera un privilegiado por mantenerse activo a pesar de las circunstancias actuales, la alerta sanitaria por el COVID-19 también ha frustrado algunos de sus planes inmediatos, fundamentalmente dos: El primero, muy vinculado al galardón que ha recibido, es la gran ceremonia que este año la Real Federación Española de Atletismo tenía previsto organizar para hacer entrega de sus premios anuales. El segundo, de índole estrictamente deportivo, su concurso en el encuentro internacional que en abril se iba a celebrar cerca de Lombardía y en el que él iba a representar a España en la carrera de los 1.500 metros.
Un revés que no impide, sin embargo, que mantenga intacto el ánimo. No es muy propenso a hacer planes a largo plazo –“Ya decía don Gregorio Marañón que no se pueden hacer planes para después de mañana”, advierte– y sus aspiraciones inmediatas pasan por “seguir vivo, sano, practicando deporte y leyendo”. Pero, puesto a marcarse un objetivo, en su mente está alcanzar el que sería su cuarto récord del mundo máster –en la actualidad posee el de 1.500 y el de 800 además de el de 2.000 obstáculos– en alguna de las distancias de medio fondo –400 a 5.000 metros– en las que se encuentra cómodo o, incluso, en los obstáculos: “En lo que mejor me encuentre en ese momento”, advierte este atleta incombustible que, tras años en el Egobarros de Viveiro se ha enrolado esta campaña en el Atletismo Narón.