El acusado de asfixiar a un nonagenario en su casa de Pazos admite su culpa

El acusado de asfixiar a un nonagenario  en su casa de Pazos admite su culpa
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Cuando la Policía dio con él, en marzo de hace dos años, el hombre sentado ayer en el banquillo como autor de la muerte de Gumersindo Moreira Seco, de 94 años, que días antes había aparecido asfixiado en el lugar de Pazos, en Ferrol, ya se reconoció culpable del crimen, y ayer, preguntado al respecto por un magistrado de la sección primera de la Audiencia Provincial, volvió a asumir la autoría.
La confesión le asegura a Antonio Fernández Fernández una larga estancia entre rejas, aunque menor de los 35 años que solicitaba para él la acusación particular, que representa a los familiares de la víctima.
Como ayer reconocía su letrada, la asunción de los hechos por parte del acusado ha servido para que las partes lleguen a un acuerdo, que le supondrá una condena  por delito de homicidio y no, como demandaban los parientes en un principio, de asesinato. De cumplirse en ese pacto los términos que contenía el escrito de conclusiones provisionales del Ministerio Público, la sentencia podría alcanzar los 21 años de cárcel e incluir delitos de homicidio, robo con violencia en casa habitada y amenazas, por los hechos que se registraron en la vivienda de la parroquia ferrolana de Serantes aquel mediodía.
Aunque el acusado no se sometió ayer a interrogatorio, está previsto que en la mañana de hoy sí responda a las cuestiones planteadas por las acusaciones y la defensa los médicos forenses y los peritos que intervinieron en la investigación, a fin de determinar las circunstancias que rodearon el crimen.

en sus cabales
Con sus testimonios, las acusaciones tratan de probar que cuando cometió los hechos, el treintañero tenía intactas sus capacidades. La familia del fallecido quiere con esta prueba fijar ciertas “consideraciones jurídicas” relativas a las capacidades del acusado en el momento de cometer los hechos.
En este punto concuerda con la Fiscalía, que en su informe inicial ya señalaba que pese a ser consumidor de sustancias estupefacientes y presentar un déficit intelectual, el acusado tenía intactas sus facultades mentales y contaba con plena libertad de decisión.
A tenor de la confesión, parece probado que el atacante encontró a su víctima sentada a las puertas de su casa y, tras colarse en un cobertizo anexo para robar cuerda, la asfixió con ella.  A continuación, entró en la casa, donde se encontraba la esposa del fallecido y, amenazándola con dos cuchillos, logró que se dejara maniatar, para poder inspeccionar las habitaciones.
Según adelantaba el representente del Ministerio Fiscal en su escrito de acusación, el agresor utilizó guantes para registrar el dormitorio de la casa, de donde se llevó una alianza, una cadena y una medalla de oro, un collar de perlas y un reloj Festina.  
El acusado solo salió al escuchar unos gritos que procedían del exterior. Eran los del nieto del matrimonio, que acaba de encontrar a su abuelo muerto y llamaba por su abuela. Quien respondió fue el asaltante, que, según consta en el escrito del fiscal, salió de la casa hacha en mano y comenzó a perseguirlo a la carrera, antes de huir del lugar sin llegar a herirle. Por este hecho, la acusación particular pedía una condena por homicidio en grado de tentativa, mientras que por la muerte del anciano hablaba de un delito de asesinato, que en virtud del acuerdo acepta rebajar a homicidio.

El acusado de asfixiar a un nonagenario en su casa de Pazos admite su culpa

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