La pandemia no ha doblegado la voluntad de la Real Academia Galega de Ciencias –RAGC–, que en febrero anunciaba que este año estaría dedicado a la figura del ingeniero Andrés Comerma, catalán de nacimiento y ferrolano de adopción. Fue en la ciudad naval donde ideó y diseñó el Dique de la Campana –la obra hidráulica más importante en España en el siglo XIX– y también donde soñó con unir Europa y África a través de un túnel subterráneo por el Estrecho de Gibraltar.
La relevancia de Comerma en el ámbito de la ciencia de su tiempo fue mayúscula y por ello la RAGC se ha empeñado en no dejar pasar la oportunidad de reconocérselo a través de una jornada que con el título “Deixen traballar a Comerma” –parafraseando a la reina Isabel II– quiso colocar su figura a la altura que merece. A la Academia se sumaron otras instituciones y entidades, como la Cátedra Cosme Álvarez de los Ríos, la Armada, Navantia, el Concello o el Consello da Cultura Galega, cuya presidenta, Rosario Álvarez, acudió a la ciudad para presentar la ruta por los lugares que preservan la huella de Comerma y en la que participaron diferentes autoridades, entre ellas el alcalde de Ferrol, Ángel Mato.
Nueve etapas
El itinerario, diseñado por el historiador Guillermo Llorca, constó de nueve escalas y pudo desarrollarse con normalidad pese a las malas previsiones meterológicas que se confirmarían en el momento en el que comenzaron, ya en Exponav, las conferencias del propio Llorca, de Pedro Merino y de Luis Puig, bisnieto de Comerma, sobre las diversas –y múltiples– facetas que cultivó a lo largo de su vida.
Los jardines de la plaza de las Angustias y del Paseo de Herrera, de los que fue diseñador; el Dique de la Campana –autor del proyecto y director de obra, pese a los palos en las ruedas que tuvo que soportar y a los que la reina Isabel II respondió con el mítico “Dejen trabajar a Comerma”–; la casa en la que residió –en la calle Magdalena–; el teatro Jofre –fue director temporal de las obras de construcción–; la antigua sede de El Correo Gallego –diario ferrolano del que fue colaborador– y las del Ateneo –fue su presidente entre 1903 y 1906, curiosamente cuando residía en Madrid–, el Casino –director en 1900– y la rondalla Airiños da Miña Terra, agrupación de la que fue también su máximo responsable, son las etapas que jalonaron el recorrido guiado por Llorca.
“Un intelectual”
Tanto la ruta como las ponencias y las presentaciones –a las que asistieron también el presidente de la RAGC, Juan Lema; el rector de la Universidade da Coruña, Julio Abalde, y el almirante jefe del Arsenal, Antonio Duelo, entre otras autoridades– destacaron el carácter “polifacético e visionario” de Andrés Comerma. La RAGC lo considera “unha das figuras máis relevantes da tecnoloxía naval española dos últimos séculos”, pero no solo. El Dique de la Campana o el proyecto, torpedeado por Gran Bretaña, para unir Europa y África con un túnel subterráneo por el Estrecho, son sus obras técnico-científicas más vistosas, aportaciones a las que se suman la instalación de la primera línea telefónica en Galicia –en 1878, entre el Arsenal y Capitanía–, las primeras experiencias con Rayos X o su participación, en París, en la elaboración del “Código de las unidades eléctricas”.
No obstante, tanto los intereses intelectuales de Comerma como su comunión con la ciudad fueron más allá. Conocía ocho lenguas y, además, está considerado como uno de los introductores del esperanto en Galicia. Durante la etapa en la que vivió en Madrid –entre 1891 y 1910– fue presidente y director de diferentes entidades de la ciudad, como el Ateneo, el Casino o la agrupación Airiños da Miña Terra, además de divulgador y colaborador de periódicos de la época, como es el caso de El Correo Gallego, pero también con publicaciones de su Cataluña natal.
Es justamente su naturaleza inquieta y poliédrica lo que destacaron las personas que participaron activamente en el homenaje a Comerma, un tributo que, pese a las circunstancias, estuvo a la altura de su protagonista. l