La época dorada del cine de acción de los 80, en plena era Reagan, trajo consigo una fiebre por los gimnasios y el culto al cuerpo. A pesar de que a mediados de los años 90 esta tendencia cambió –con el consiguiente cierre de muchos de estos centros–, los hábitos de vida saludable promovidos en el nuevo milenio gracias a Internet han logrado un resurgimiento de estos establecimientos, que se han diversificado para adaptarse a las nuevas necesidades de los consumidores. En el presente reportaje abordaremos tres casos que responden a los modelos económicos más comunes que no los únicos-: los gimnasios de barrio, las cadenas de bajo coste y las instalaciones municipales.
El primero de estos centros, Sport Club, responde claramente al modelo de gimnasio de barrio; es pequeño, bien equipado –aunque sin las máquinas específicas de las grandes cadenas–, conveniente y a buen precio. Ofrece diferentes clases durante todo el día, bien actividades aeróbicas o artes marciales; además, cuenta con servicio de sauna, fisioterapia y fue el primer gimnasio de Ferrol en incorporar ludoteca. Sin embargo su fortaleza reside en la cercanía; como aseguran sus gestores, Beatriz Alejos Pita Bouza y Alberto Martín Hornos, “lo que nos hace diferentes es el trato personalizado; realmente cuando vas a un gimnasio prácticamente pagas una cuota, te tiran para adentro y te arreglas como puedas. Además, en las clases en grupo nosotros somos los propios monitores, lo que te da más oportunidad de conectar con la gente, estar más pendiente de cada uno”. Beatriz y Martín señalan la importancia de conocer las particularidades de cada cliente, sus problemas físicos y sus necesidades, con el fin de ofrecer algo más allá de un servicio.
En el otro lado del espectro tenemos el centro Altafit de Odeón, una gran superficie –mayor incluso tras es traslado de las instalaciones al exterior de la superficie comercial– con máquinas modernas destinadas a todo grupo muscular imaginable a un precio económico. Su ventaja: resulta la opción más asequible. Cuenta con muchas actividades y abre prácticamente todos los días del año, aunque su gran tamaño lo aleja, especialmente en las horas más bulliciosas del día, de las opciones más cercanas. Se trata de una cadena con centros por toda España y actividades diseñadas desde su central en Madrid, todos ellos factores que lo hacen muy atractivo para la gente joven. Como explica su director, Agustín Fernández, “más que Low Cost nos definimos como gimnasio a bajo precio porque Low Cost implica baja calidad. Aquí puedes realizar todo tipo de actividades y venir en cualquier momento. Tenemos muchos servicios a los que puedes acceder libremente con la cuota que tenemos”. Agustín señala, además, la gran calidad de la maquinaria que ofrecen y la pretensión de estar a la última en cuanto a prestaciones y actividades en grupo.
El último de estos modelos, el que ofrece el centro BeOne de A Malata, podría considerarse un término medio entre las otras dos opciones. Se trata de una concesión de un espacio municipal a una empresa privada para que lo gestione, combinando así instalaciones difícilmente disponibles en un centro privado, como una piscina climatizada; y es que ese es, precisamente, su plato fuerte: cuenta, quizás, con menos material de fitness que sus competidores, pero su carácter de concesión le permite ofercer servicios únicos. Como bien expresa Antonio Salazar, director del centro, “abarcamos un gran modelo de negocio porque incluimos actividades de agua, de fitness, de seco. Eso no lo tiene nadie más en Ferrol bajo este formato; hay otras piscinas, pero no ofrecen la cantidad de servicios que damos gracias a nuestro modelo de gestión”.
Como se puede ver todos estos centros, pese a basar su modelo en un mismo servicio, son completamente diferentes en la forma de ofrecerlo. Y es que al final todo gira en torno al cliente, en lo que quiere, lo que espera y lo que necesita, abriendo la puerta a una gran variedad de opciones. l