Un mundo de seres más libres y solidarios se prometieron construir los prisioneros del campo de concentración nazi de Mauthausen tras ser liberados hace 75 años. Inesperadamente confinados por el coronavirus, los últimos supervivientes pasaron este domingo por internet la antorcha de su lucha a la juventud. Lo hicieron en un emotivo y concentrado acto telemático, en sustitución de la gran conmemoración en el antiguo campo, hoy Memorial de Mauthausen (a 160 kilómetros al oeste de Viena), que desde 1946 reúne cada segundo domingo de mayo a miles de personas de diversas nacionalidades.
En la filmación de una hora, supervivientes y representantes de las asociaciones de las víctimas de una veintena de países, distanciados por miles de kilómetros, recordaron el terror del pasado y reivindicaron la necesidad de mantener viva la memoria histórica para garantizar que no se repitan los errores del pasado.
El 16 de mayo de 1945, once días después de ser liberados, los supervivientes de Mauthausen firmaron un juramento en el que se comprometieron a contar lo que habían visto y sufrido, así como a luchar contra la injusticia y por la solidaridad internacional. Pero cada año son menos los que pueden testimoniar lo ocurrido.
“Es importante no olvidar el horror de los campos de concentración, pues ya casi no quedan supervivientes”, destacó uno de ellos, Aba Lewit, un judío nacido en 1923 y que vive en Austria. “Detened cualquier racismo, fascismo y antisemitismo. No repitáis el pasado”, es el mensaje enviado desde Lituania por Daniel Chanoch (1932), otro sobreviviente del Holocausto.
Negación de la humanidad
“En Mauthausen, uno de los peores campos nazis, se encarnó la negación de nuestra propia humanidad”, recordó el presidente del Parlamento Europeo, David Sassoli, en un mensaje dirigido sobre todo a los jóvenes del Viejo Continente. “En este campo del horror los abusos, los castigos inhumanos, los asesinatos arbitrarios constituían la cotidianeidad”, añadió, al tiempo que advirtió de los actuales desafíos que afronta la Unión Europea (UE), nacida precisamente como respuesta “a los horrores del nazismo”.
“La historia nos enseña que no será el nacionalismo quien nos proteja de las nuevas insidias, porque la sacralización de las fronteras no hará otra cosa sino producir nuevos enemigos”, declaró. Entre 1938 y 1945, la dictadura de Adolf Hitler deportó a Mauthausen y sus campos adyacentes, como Gusen, a más de 200.000 personas de diversas nacionalidades, 7.500 de ellos republicanos españoles, 4.500 de los cuales murieron.