El equipo forense que realizó la autopsia de Diana Quer, coordinado por Fernando Serrulla, y el grupo encargado de revisar ese trabajo a petición de la familia de la víctima, liderado por el experto José Blanco Pampín, coinciden en que José Enrique Abuín, el Chicle, mató a la joven con una brida y no con sus manos, como él sostiene.
La octava sesión de la vista oral del juicio por la muerte de la joven, que se celebra en la Sección Sexta de la Audiencia Provincial de A Coruña, se ha centrado en las exposiciones de los forenses, que coinciden en este punto, pero discrepan y mantienen una controversia en otras cuestiones clave, entre ellas si se puede demostrar que hubo violación.
Fernando Serrulla, una eminencia en el análisis de huesos, ha desechado un homicidio de carácter involuntario, pues una persona tarda entre 20 y 30 segundos en perder la consciencia, el tiempo que el encausado dijo que había presionado a la víctima, pero "para morir necesita varios minutos de compresión, mínimo cinco".
Y aparte, ha observado Serrulla, "es muy complejo, muy difícil, romper accidentalmente un hioides (un hueso muy flexible que Diana tenía roto). Para romperlo hay que ejercer una presión en esa zona", y de delante hacia atrás. En cambio el Chicle relató que había ejercido una compresión lateral.
Por ello ha visto claro el uso de una brida, punto en el que Pampín se ha pronunciado en el mismo sentido, pues considera totalmente imposible que el Chicle emplease sus dedos en el estrangulamiento: "Es inverosímil", ha espetado.
No obstante, ambos han diferido en la existencia o no de un golpe previo con un objeto contundente, robusto. Pampín cree que sí lo hubo, mientras que Serrulla, no.
Pero la mayor discrepancia gira en torno a un aspecto de suma importancia en el caso: demostrar la existencia de una violación.
Pampín, jefe del servicio de Patología del Instituto de Medicina Legal de Galicia (Imelga), ha sorprendido a la sala cuando ha explicado que Diana Quer tenía un "edema importante" en su área genital, pero que no lo había incluido en su análisis, porque solo había respondido a las cuestiones planteadas por el Ministerio Fiscal, interesado únicamente por las lesiones externas o de continuidad.
El presidente del tribunal, Ángel Pantín, ha mostrado su extrañeza por el hecho de que esta cuestión no conste, a lo que el forense ha contestado que no era su intención "ocultar nada" y que simplemente había atendido la cuestión formulada.
En cualquier caso, el forense Pampín ha explicado que se trata de una hinchazón, un fenómeno vascular "vital, no 'postmortem'", que, ha atestiguado, revela "maniobras repetidas con cierta violencia" que estarían relacionadas, bajo su criterio, con una agresión sexual.
Serrulla ha dicho exactamente lo contrario, que es "postmortem" y que la inflamación, la densidad, "es común en todo el cuerpo" de Diana, solo que "la zona genital está aparentemente más hinchada porque es un tejido laxo y se llena más de agua".
Las diferencias han vuelto a manifestarse entre los dos porque Pampín ha usado el Teorema de Bayes, un método estadístico matemático nunca antes utilizado en la historia judicial de España, para el cálculo, en base a unas variables, de la probabilidad de ese abuso, con un resultado del 99,99 por ciento.
Sea como fuere, Serrulla ha replicado que ninguna sociedad forense autoriza recurrir a tal fórmula en el ámbito judicial.
Alberto Fernández, colaborador de Serrulla, ha terciado para observar que, "razonablemente, con mucho" todos tienen claro ese fin sexual -"A mí no me cabe ninguna duda", ha dicho-, pero una cuestión es ese móvil y otra si llegó a hacerlo.
Los dos forenses han vuelto a coincidir en que por haber estado Diana en el silo de esa antigua fábrica de gaseosas 496 días, encontrar ADN, vestigios biológicos, sería "un milagro".
Demostrar que el único procesado en este caso, José Enrique Abuín Gey, el Chicle, violó a Diana Quer es para las acusaciones, particular y Ministerio Fiscal, algo fundamental, porque de ello puede depender que la condena sea la de prisión permanente revisable.
La defensa mantiene la baza de la inexistencia de vestigios biológicos que acrediten este abuso.