Marcos Blanco: “Mejor oportunidad que esta no la iba a tener en la vida”

Marcos Blanco: “Mejor oportunidad que esta no la iba a tener en la vida”
El de San Sadurniño, con la equipación de su nueva escuadra cántabra | pedro bolado

Hace poco más de un año, días antes de que su club de toda la vida, el Aldebarán, debutase en la elite del voleibol estatal, Marcos Blanco afirmaba en estas mismas páginas que una de sus grandes ilusiones sería “intentar seguir jugando” y, cuando se le preguntaba sí en ese camino entraría dar el paso al nivel profesional, el de San Sadurniño respondía con un realista “quiero llegar al nivel que pueda, disfrutar y quedarme tranquilo pensando que di todo lo que tenía que dar”.

Ahora, doce meses después, y tras acabar su grado en ADE, Blanco, de 23 años y 1,98 metros de altura, forma en la disciplina de la Textil Santanderina de José Ignacio Marcos, contando con el honor de ser el jugador que sigue manteniendo una parte de San Sadurniño todavía en Superliga. Comenzando a dar en Cabezón de la Sal todo lo que tiene que dar

¿Cómo se decidió a dar finalmente el paso hacia la profesionalización?

Hasta ahora, como ya te había contado, estaba en la universidad, tenía la familia, el trabajo... y nunca me decidí a irme fuera. Pero al acabar la carrera este año me dije que si no lo hacía ahora no lo iba a hacer nunca. Tuve oportunidades de irme, porque me llamaron de equipos de fuera, pero lo que tenía en mente era que quería aprender más, y tenía muy buenos referentes de que este era un club idóneo para eso, que formaban muy bien a la gente y la preparaban para la primera categoría, y pensé que mejor oportunidad que esta no la iba a tener en la vida.

Y parece que el acuerdo con la Textil fue rápido...

Sí, rápido y mutuo, surgió hablando con Fran –Fernández–, que jugaba en Sansa también, que me preguntó qué iba a hacer el año que viene, qué me planteaba, si iba a seguir en Sansa... y le dije que la verdad no lo sabía porque al acabar la carrera ya me quedaba libre y me gustaría seguir jugando en Primera, entrenando bien, todo el tiempo que pueda. Y me dijo que esperase, que le habían preguntado a ver qué iba a hacer... Y a los dos días ya estaba el entrenador –Marcos– diciéndome que hablara con él y que me ofrecía venirme para aquí.

Desde que empezó con trece años, lesiones y estudios le obligaron a parar durante un tiempo, pero siempre estaba ahí, siempre volvía. ¿Fue en su estancia de Erasmus en Polonia en donde le cambió el chip para dedicarse al voleibol?

Creo que ya venía de antes, de hace tiempo. Al fin y al cabo es una categoría muy exigente que requiere a los jugadores que están en ella un nivel, unas horas, una dedicación... que yo no le podía prestar, siempre estuvo la espinita ahí de pensar cómo podría jugar si le dedicase todas las horas que le dedican el resto, o si estuviese en un ambiente en el que todos estuvieran profesionalizados. Y comentándolo con mis padres me decían que no me preocupase, que siguiese estudiando, entrenando, que cuando llegase el momento,, si es la oportunidad, ellos me iban a apoyar. Y así fue.

Y es que el año pasado, estudiando en Lugo –en donde entrenaba con el Emevé– y jugando con el Intasa, tenía que hacer verdaderos malabarismos, ¿no?

Seguía en la dinámica de entrenar poco, viajar lo justo y así no se puede rendir bien, no puedes estar en sintonía con el grupo, te quedas siempre un poquito desplazado. Y era lo que me faltaba por cambiar para decir vale, ahora voy a jugar de verdad.

Y ahora que ya está ahí, en Cabezón de la Sal, de nuevo en Superliga, ¿es lo que se esperaba en cuanto a nivel, a trabajo?

No es de los clubes que dices que van a estar a la cabeza de la liga, que van a ganarla, a jugar Supercopa, pero es lo que esperaba y lo que quería de él. Venir a un sitio que se respirase voleibol como se hace en Sansa, un pueblo pequeñito, al fin y al cabo, que tiene mucha tradición de Superliga y que tiene un entrenador que sabe mucho de voleibol y que él lo que quiere es enseñar, que la gente venga aquí a aprender. Y me vino que ni pintado.

Me está hablando de que su equipo no va a estar en cabeza, pero ahora mismo van segundos...

(Ríe) Sí, bueno, llevamos solo dos jornadas, y es difícil sacar conclusiones de eso. Si bien tuvimos un inicio de temporada que pocos se esperaban porque nuestros jugadores, por así decirlo, referentes llegaron bastante tarde, no tuvimos tiempo a entrenar con ellos, nos adaptamos muy bien los unos a los otros y conseguimos un juego relativamente sólido y, bueno, que aún seguimos mejorando, pero sí que tuvimos un buen inicio. ¿Qué pasa? No tuvimos a un Unicaja aún, ni a Teruel... ni a los grandes de la liga y puede ser una posición un poco ilusoria.

Y a nivel personal ¿ya está viendo su evolución, controlando más su brazo, su potencia y quitando “vicios”?

Sí, sí. Yo creo que cualquiera que me haya visto jugar antes y que me vea ahora va a decir ¡uy, a este chico le pasó algo! Porque se notan muchísimo los entrenamientos. Las dos primeras semanas fueron de decir... no sé jugar al voleibol, vamos a empezar de cero. Y aun encima me cogieron aquí y me dijeron “¿quieres aprender a jugar de verdad? Pues te vamos a cambiar de posición y vamos a enseñarte a jugar al voleibol de verdad”. Y, ahora mismo, estoy entrenando y jugando de algo que no había jugado hasta ahora, es decir, que cuando jugaba de recepción en Sansa era por necesidades del partido, del momento. Y aquí sí que estoy, por así decirlo, dando un paso más en lo que es el nivel, o la carrera deportiva. Y se nota muchísimo. Es un renacer, acceder a otro nivel. Además, había libertades que me podía tomar jugando que no me daba cuenta y que me perjudicaban muchísimo a nivel de rendimiento.

¿Y cómo ve de momento a sus excompañeros?

Tuvieron que reformar el equipo bastante, siguen teniendo a Uxío, a Parga... pero justo ahora cambiaron de colocador y viene un muy buen amigo mío como es Marco, que les va ayudar muchísimo. Justo también volvió Boris, un central que tuvieron durante la Copa Príncipe, y si lo consiguen retener les puede ayudar también mucho, no solo este año, sino de cara a próximas temporadas. Yo creo que es un equipo que tienen que trabajar, como todos cuando empiezan de cero, es difícil, y tienen que acoplar el equipo. Siempre es un equipo que rinde muy bien y en Superliga 2 es un referente, y tiene que ser un referente.

¿Se ve volviendo a Sansa?

Volver a Sansa es algo que siempre tuve en mente y que hablando con mis compañeros, tanto del equipo que están ahora como amigos con los que empecé a jugar, siempre fue un poco la visión. Queda un poco peliculero –ríe– pero la idea era la de irme fuera a lograr el mejor nivel que pueda alcanzar para un día poder volver, tener mi vida allí, con mi familia, con mis amigos y poder dar ese nivel de voleibol a Sansa y hacer que el equipo crezca. Al fin y al cabo, si a un equipo lo quieres hacer bueno, aparte de tener buena cantera tienes que tener jugadores de calidad, y qué mejor que intentar lograr la calidad dentro de los propios jugadores del pueblo, no trayendo fichajes.

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