Juan Fraga reitera ante un jurado popular su inocencia en el crimen de su esposa

El octogenario acusado de haber matado supuestamente a su mujer en Narón en 2015 negó ayer estar implicado en el caso, pues considera que fue otra persona que entró a robar en su domicilio, y ha dicho que la sigue “queriendo”
El acusado acudió a la primera sesión de la vista oral del juicio celebrada en la sección primera de la Audiencia provincial de A Coruña, tras otro juicio celebrado anteriormente en el que fue inicialmente condenado, ya que el Tribunal Superior de Justicia de Galicia había ordenado su repetición.
La Fiscalía y la acusación popular ejercida por la Xunta, piden 15 años de prisión para el hombre, acusado de homicidio, una pena que aumenta 20 años la acusación particular, ejercida por su hijo, al considerar que fue asesinato con alevosía y ensañamiento, mientras que la defensa solicita la libre absolución.
Su defensa afirma que no hay “pruebas directas” y que “el juicio que se está realizando a la persona equivocada o, como mínimo, hay dudas más que razonables”, pero nota muchas “opiniones y prejuicios”, según informa Efe.
El procesado, Juan Fraga, detalló cómo el 29 de diciembre de 2015, después de 57 años casado con su mujer, se despertó a su lado y le dio una pastilla, un protector de estómago, antes de salir a la huerta para posteriormente darle un beso y marcharse.
“Le di un beso a la mujer, como siempre, y me marché. Siempre le daba un beso de salida y de llegada. Yo siempre la quise y la sigo queriendo, jamás le haría lo que se dice aquí que le hice, jamás”, afirmó. Salió a comprar pan y a tomar café con un amigo, que las acusaciones sitúan en realidad como su compañero sentimental y que cumplía años ese día, y al regresar dijo que se encontró con el cadáver de su mujer.
“Vi todo ensangrentado. Salí y fui a pedir auxilio. Recuerdo llegar allí y encontrar a mi mujer tumbada, todo estaba ensangrentado, no sé decir cómo estaba ni sé lo que dije, aquello era todo sangre, en aquel momento uno no sabe lo que hace, le moví las piernas y fue suficiente (...) me supuse que estaba muerta, cualquiera lo pensaría”, indicó.
A continuación dijo que salió “a pedir auxilio” y que entonces impidió la entrada de los vecinos para que no dejasen huellas y no complicar el trabajo de la Policía.

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Como ya lo hizo en el juicio original, consideró que alguien entró a robar en su domicilio, de donde “faltaba dinero”, y cometió el crimen. Respecto a las joyas de su mujer encontradas en su vehículo posteriormente, alegó que fue ella quien las depositó allí “dos o tres meses antes” y luego acabaron junto a la rueda de repuesto cuando remolcaron el vehículo, aunque los investigadores sospechan de que fue él quien las puso allí para simular el robo.
En su declaración, el encausado reconoció que quiso quitarse la vida años atrás por una depresión y que se convirtió en ludópata, aunque fue al psicólogo y se curó.
“Ni el más enemigo quiero que pase por lo que estoy pasando yo ahora, esto no se lo deseo a nadie”, dijo a los nueve miembros del jurado que decidirán si es o no culpable.
Tras negar haber matado a su mujer en una tensa discusión con la letrada de la acusación particular, dijo que esta es ejercida por su hijo por celos de su otra hija.
Sobre su relación con el amigo al que fue a ver ese día, Andrés afirmó que la “conocía y aceptaba” toda la familia, pues era “simplemente” un amigo desde hacía casi dos décadas.
Desde el momento del conocimiento del crimen hasta ser enviado a prisión provisional permaneció en la enfermería de la prisión, donde fue sometido a tratamiento porque está “enfermo”.
A la conclusión de sus palabras, el fiscal entregó al jurado la declaración original dadas las contradicciones que deben ser tenidas en cuenta de cara al veredicto, que podría ser comunicado no antes del próximo viernes.

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