Resulta difícil de precisar cuándo Ferrol Vello dejó de ser un barrio deteriorado desde el punto de vista urbanístico para convertirse en una auténtica ruina. Hace una década todavía había quien veía en el punto que fue origen de la ciudad una zona con encanto en la que la rehabilitación ofrecía grandes posibilidades. El panorama es hoy bastante más triste.
En los últimos años, una parte del vecindario ha peleado por conseguir la declaración de Bien de Interés Cultural para el barrio y es a esta decisión –de la que acaban de cumplirse tres años– a la que muchos achacan buena parte de la responsabilidad en el declive del entorno. Entre ellos está el propio alcalde, José Manuel Rey, que hace apenas unos días aseguraba que esta declaración “ha protegido e imposibilitado la inversión, haciendo más difícil la conservación”.
El regidor municipal realizó estas manifestaciones en vísperas de la finalización de un plan especial que, a su juicio, debería haber sido la herramienta primera de que tendría que haberse dotado el barrio, antes de pedir la declaración de BIC.
De la misma opinión es la actual presidenta de la Asociación de Vecinos, Maite Fernández, que recién nombrada, en noviembre de 2011, apuntaba como argumento que “este es un barrio mayor, y si una persona tiene que restaurar una galería y se le ponen mil pegas y tiene que dar mil vueltas, no la arregla”.
Justo en el lado contrario se encuentra la Comisión Cidadá pola Recuperación de Ferrol Vello, entre cuyos integrantes está buena parte de la anterior directiva vecinal del barrio y que, en su día, fue la promotora de la declaración de Bien de Interés Cultural. Para esta entidad es el abandono al que someten al barrio tanto el Concello como la Xunta el motivo de su actual estado, y denuncia especialmente que no se hayan aprovechado los fondos del Plan Urban para darle un impulso definitivo.
Pero aunque estos dos colectivos vecinales no coincidan en las soluciones o en las causas de la situación, ambos no pueden sino estar de acuerdo en la dramática situación de Ferrol Vello. Y el problema no es solo la falta de apoyo decidido por parte de las administraciones sino también las propias características del barrio, con una población envejecida y, en muchas ocasiones, una situación económica precaria que hacen muy difícil que cale una política rehabilitadora que, al margen de las ayudas económicas que puedan ofrecerse desde las instituciones, siempre resulta costosa y difícil de tramitar.
La falta de implicación vecinal es precisamente una de las preocupaciones de la Comisión Cidadá, que en una de sus últimas iniciativas –la instalación de buzones para que se depositasen quejas y sugerencias sobre los puntos más problemáticos de la zona portuaria– apenas recibió respuestas. Tras este fracaso, sus integrantes han empezado a realizar un trabajo de campo para detallar, calle por calle, la situación de inmuebles y solares.
En los dos últimos años se han convocado dos movilizaciones por el deterioro del barrio. Una la organizó en marzo del pasado año la Asociación de Vecinos para denunciar que Ferrol Vello se había convertido en un gueto. La otra tuvo lugar en el mismo mes, pero ya en 2014, a instancias de la Comisión Cidadá, aunque la entidad vecinal se desvinculó de ella asegurando que “todos los partidos políticos se están implicando con nosotros, pidiendo soluciones a las administraciones”. Estas, sin embargo, continúan sin llegar. n