La Baixada de Carrilanas de San Mamede (Valdoviño) cumplió su XIX edición con un incremento en el número de participantes, miles de espectadores, un sol y una temperatura que hicieron justicia al mes de agosto y, sobre todo, con la misma locura y velocidad de cada año, incluido algún accidente que por fortuna se quedó solo en un susto.
La fiesta empezó de mañana, con la bajada infantil (para niños de seis a trece años) y los “correpasillos” (de uno a cinco). Bien seguros con cascos y protectores, más de una treintena de pequeños pilotos realizaron su especial recorrido antes de la sesión vermú y de la churrascada popular.
La prueba principal, la que puntúa para la Copa de España de la Federación de Deportes de Inercia, comenzó con la salida de la primera carrilana a las 16.30 horas. En torno a las 18.00 comenzó la segunda vuelta. La organización abrió este año la participación y así no hubo, como otros años, lista de espera, y pudieron bajar los cien vehículos que lo solicitaron (hasta ahora eran 80). Desde distintas partes de España y Portugal llegaron pilotos para participar en las categorías más reguladas, pero a su lado conviven las carrilanas humorísticas, que también llevan su recompensa, así como los tres mejores clasificados de casa, lo que mantiene el interés local en el descenso. El más rápido este año fue Cristian Marugán, de la categoría GX, con menos de un minuto y dos segundos. Adrián Álvarez, Miguel Fernández, Adrián Costas, Fidel Sainz, Alberto de Nicolás, Jonathan Hermida, Miguel Álvarez y Alfino Pires fueron los vendedores en el resto de categorías. Tras la llegada, y todos enteros, se realizó en meta un concurso de saltos, sirviéndose de una rampa, para a continuación entregar los premios y celebrar la fiesta de clausura.
San Mamede se despidió así de una propuesta que llenó de actividad la zona ya desde el viernes. Tensión competitiva, riesgo, gastronomía, música y, sobre todo, diversión siguen formando parte de una de las bajadas más simbólicas de Galicia.