Una carrera frustada en el baloncesto –“jugaba en el Tirso B y era bastante malo”, comenta Prieto entre risas–, una adolescencia marcada por películas de, entre otros, Schwarzenegger, y un padre deportista que lo matriculó con 15 años en el gimnasio Júpiter –“llegó un punto que dañaba el mobiliario de casa con las pesas”–, pusieron las bases de una sólida carrera. Un camino que ya vislumbró su monitor, Juan Orjales Valiño, que notó un brilló en ese chico de 16 años que, posteriormente, acumularía más de una decena de títulos nacionales tanto en clásico como equipado. Todo ello ayudado por su compañero Aurelio Morado y el apoyo de la Asociación de Diversidad Funcional, en donde entrena.
- ¿Cómo fue su nueva experiencia en el Arnold Classic de Barcelona?
- Hubo la noticia buena de batir por segunda vez en el año el record de sentadilla absoluto (342,5 kilos). La nota negativa es que en Granada ya lastraba la lesión de la cadera, entonces hubo poco tiempo para prepararlo y llegar en condiciones. A raíz de este resultado teníamos pensado ir a la Copa de Europa en Málaga, pero lo vamos a descartar. Necesitamos una recuperación, ir en buenas condiciones para afrontar el año 2017, y coger el nivel que tenía en 2015.
- A pesar de esa lesión menciona, el año no ha sido nada malo, con sendos records en el Nacional y en la cita catalana.
- No, aunque la lesión –una inflamación en el piramidal– fue bastante dura, yo no podía ni subir las escaleras. Me arriesgué a ir a Granada y salió la cosa bien, batí un récord, pero me lastimé más. Eso tiene un precio. Los meses para llegar al Arnold estaban ahí y uno no se recupera de esto en dos días. Y trabajar tenía que trabajar, el descanso fue mínimo. Y si no podía hacer sentadilla tenía que hacer lo otro para ir bien. Al no haber ese rodaje, esa preparación, me lastró. Pero yo salí muy contento, porque el espectáculo lo dimos y fui el que más levante en esa modalidad.
- Pero la temporada la había planteado de manera diferente imagino.
- Si hubiese salido todo bien, en el Arnold, podíamos haber escalado hasta el top 3 –finalmente se quedó en el top 6–, calculaba. Hay que darse cuenta que la gente que fue allí compitió en el último Mundial. Podemos decir que al Arnold Classic va lo mejor de lo mejor. Es un Mundial oficioso. Tenía pensado ir a Texas –ciudad en la que se celebró el Campeonato del Mundo– después de Granada, pero estaba lesionado. Esa es mi gran ilusión, ir a un Mundial, que no va cualquiera, hay que tener unas marcas mínimas. Yo como campeón de España absoluto tengo el derecho a ir. Eso sería una de las cosas que me gustaría antes de retirarme.
- ¿Ya ha pensado en ese momento de la retirada?.
- Acabo de cumplir 39 años, se que aún no llegue a mi techo porque las marcas van subiendo, pero las recuperaciones son más lentas, eso sí. Las lesiones también afloran y hay que tener mucho cuidado, porque hay que tener en cuenta que no es un deporte que vas corriendo y te caes. Es un deporte extremo.
Además, soy padre de cuatro hijos. Y con el trabajo y con la familia, que es lo primero, es muy sacrificado. Son dos horas diarias de entrenamiento y conciliar todo supone un sacrificio que lo veo compensado con los resultados de las competiciones, que para mí es un momento de nada pero me supone bastante, una alegría, sobre todo si está mi hija allí viéndome.
- ¿Cree que hay otras disciplinas similares que desvirtúan lo que usted hace?.
- Sí, yo creo que sí. La gente joven que se mete en internet, busca, ve otras asociaciones –la única reconocida a nivel mundial es la International Powerlifting Federation–. Creo que todo deporte que se precie, y este está reconocido por el Comité Olímpico, tiene que tener unas reglas y unos controles. Para el powerlifting el 2010 fue la catarsis, se decidió someterse a estas normas de antidopaje y mucha gente se marchó y se hicieron cosas paralelas. Una de las pruebas de que está reconocido es que esta disciplina está en el Arnold Classic, hay un reconocimiento. El culturismo ya sabemos que es un mundo aparte, eso es otra cosa. Pero los otros deportes tienen que cumplir unos requisitos.
- Pero sí que hay un gran desconocimiento, una visión distorsionada del deporte que practica.
- Este deporte está encasillado. Piensan que somos animales. Pero la gente desconoce el trabajo que llevan esos levantamientos, el trasfondo. El sacrificio para ir cada año a mejor y aguantar esos kilos. Meterse debajo de esos kilos, uno tiene la sensación, una persona normal, de que se va a matar. Mi madre me preguna “¿por qué haces eso?”. Yo le digo que no tengo explicación. No soy una persona de vicios y la única cosa que tengo es esto. Es mi forma de desestresarme, de encontrarme bien, soy un “drogadicto” del powerlifting y del deporte limpio.