“El asociacionismo militar crece, pero en la Armada no tanto”

“El asociacionismo militar crece, pero en la Armada no tanto”
carlos vidal es miembro de las fas desde hace 22 años luis polo

Han pasado ya cuatro años desde que el infante de Marina Caros Ojea Vidal se afilió a la Asociación Unificada de Militares Españoles –AUME–. Desde el mes pasado es su delegado en Galicia, en sustitución de otro ferrolano, Francisco Maceira.

 

¿Se conoce la asociación lo suficiente en los cuarteles?

Sí, tanto por los compañeros que la han difundido como por los medios de comunicación. Sí hubo complicaciones, ya que aún no pudimos hacer con normalidad nuestra labor, ya sea utilizando libremente un tablero para las asociaciones previsto en la Ley de Deberes y Derechos de las FAS, o bien organizando reu-niones, que lo tenemos bastante limitado.

 

¿Su implicación en la AUME le ha generado antipatías entre sus compañeros y jefes?

Como en cualquier otro colectivo social, hay quien valora positivamente lo que estás haciendo y a quien no le gusta. Hay quien considera las actividades de este tipo como una especie de traición a la tradición militar, pero esto no sucede solo dentro de los cuarteles, sino también en la sociedad civil. Es más; creo que es algo más social que profesional. En cuanto a mis superiores, he de decir que a mí se me retiraron algunas responsabilidades tras enseñar la tarjeta de delegado en Galicia de AUME.

 

¿Cuantos asociados tiene AUME en Galicia?

Unos 400. Es un buen número y somos la asociación con mayor número de afiliados. El asociacionismo militar está creciendo, pero de todos modos en la Armada tendríamos que mejorar.

 

¿Es más reacia?

Sí, y más difícil porque la vida en los barcos es diferente, marca mucho. Es un microcosmos en el que uno está sometido a una gran presión de la que es difícil salir o contra la que es más complicado rebelarse.

 

¿Cómo valora las normas que se están elaborando, como la Ley Disciplinaria?

Con treinta y tantos años de democracia, pensamos que la institución militar tiene que estar normalizada y producir avances, no limitaciones. Y es ahora, precisamente en el momento en el que nacen las asociaciones cuando se establecen los tipos que sancionan el asociacionismo. Así, podría considerarse falta con pena de libertad pertenecer a una asociación cuyos fines puedan conculcar el deber de neutralidad política y sindical. Un militar, como cualquier funcionario en el ejercicio de sus funciones sí tiene el deber de neutralidad política.Pero esto se quiere extrapolar a toda nuestra vida, y en esto no podemos estar de acuerdo porque yo, fuera de mi trabajo, soy libre.

 

“El asociacionismo militar crece, pero en la Armada no tanto”

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