Ivanka Trump, la hija mayor del presidente estadounidense, Donald Trump, dispondrá de un despacho en el Ala Oeste de la Casa Blanca, según confirmaron varios medios, a pesar de que en el aseguraron que no tendría ningún papel relevante en la Administración de su padre.
La todopoderosa hija del magnate ejerce “de facto” de Primera Dama, con una Melania Trump prácticamente desaparecida de los actos oficiales, con Ivanka haciendo los honores junto a su padre y ocupando asiento junto a líderes mundiales, como el primer ministro canadiense Justin Trudeau o la canciller alemana Angela Merkel.
Tal y como recoge “Politico”, Ivanka Trump tendrá una oficina en la segunda planta del Ala Oeste, un espacio adyacente al despacho de Dina Powell, ascendida recientemente de asesora de la hija del presidente a viceasesora de Seguridad Nacional en materia estratégica.
El Departamento de Justicia estadounidense ya dio “luz verde” el mes de enero para la contratación del marido de Ivanka Trump, Jared Kushner, como asesor en la Casa Blanca sin que esto supusiera contradicción alguna de la Legislación federal.
La Casa Blanca justificó la presencia constante de Ivanka Trump, en la actividad política estadounidense y subrayó que sigue las “restricciones” que se aplican a todos los empleados del Gobierno, a pesar de no ser uno de ellos.
“Ivanka ha tomado varias medidas para cumplir con los máximos estándares de ética”, esgrimió en rueda de prensa el portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer. En este sentido, aseguró que la hija más mediática de Trump está asesorada por su abogado y por la Oficina de Ética del Gobierno.
Las dudas sobre el papel de Kushner en la nueva Administración estadounidense emergieron al entenderse que podía existir un conflicto de intereses para Trump dado sus amplios intereses empresariales, la historia de emplear a miembros de la familia y la influencia de su hija Ivanka.
Mientras Ivanka ocupa un espacio que va más allá del papel de hija del presidente, e incluso de Primera Dama, la esposa del magnate, Melania Trump, continúa con su vida diaria en Nueva York, excentricidad que cuesta, solo en seguridad, más de medio millón de dólares diarios y que se calcula que en conjunto supondrá a las arcas públicas una cifra cercana a los 200 millones de dólares al año.
Cada desplazamiento del presidente y de su familia los fines de semana a su mansión de Mar-a-Lago cuesta 60.000 dólares al estado de Florida. n