Reportaje | Geocaching, una forma de hacer turismo y ocio mientras se buscan tesoros

Reportaje | Geocaching, una forma de hacer turismo y ocio mientras se buscan tesoros

No solo de cazar Pokémon vive el hombre. Desde hace años, en diferentes partes del mundo se viene realizando una práctica que aúna entretenimiento, naturaleza y turismo: el geocaching. Dicha actividad consiste en que un jugador (geocacher) esconde un recipiente en el lugar que prefiera –principalmente para enseñarle las bellezas de ese emplazamiento a los buscadores de tesoros– y en él introduce una descripción junto con sus coordenadas.
En la comarca existen alrededor de un centenar de geocachés escondidos, una cifra que algunos jugadores tachan de media baja con respecto a otros lugares pero que cada día encuentra nuevos adeptos. “Estamos ao mesmo nivel que Ourense, temos máis que Lugo pero moito menos que Pontevedra (841). En xeral, a actividade en España é inferior á dos países do noso entorno, mesmo Portugal, onde unha cidade pequena como é Viana do Castelo ten 621 geocachés agochados ou unha aldea do Gerès como Pitões das Júnias ten 187”, explica la Familia R. Caldeiro, uno de los usuarios de la comarca.
Precisamente estos jugadores conocieron en el país vecino esta práctica hace más de dos años y, desde entonces, se han convertido en habituales buscadores y ocultadores. “Como todos os que atopabamos estaban en lugares moi bonitos, decidimos entrar en geocaching.com e rexistrarnos como usuario básico”, indican.
La cascada del río Belelle, O Pico da Vela, los túneles de Cabo Prior, Monteventoso, Montefaro, Fragas do Eume, el edificio de la Pescadería de Ferrol, las Meninas de Canido o el banco de Loiba son algunos de los lugares en los que se encuentran escondidas estas cápsulas, que pueden variar su tamaño: grandes –que acostumbran a guardar en su interior objetos de intercambio–, mediano o pequeño o micro –un pequeño tubo con un papel enrollado–. 
En todos ellos se debe firmar en el libro de visitas que llevan dentro con la fecha y el nombre de su descubridor y registrarlo luego en la aplicación móvil o en la propia página web. Muchos de los usuarios que esconden estos geocachés suelen dejar una pequeña descripción del lugar para contribuir al mejor conocimiento de la zona.
En la comarca, existen cápsulas que llevan una década escondidos y que pueden tener 200 visitas, si se trata de lugares urbanos, y entorno a 70 si está en una zona más alejada como puede ser Prioriño. 
Locales y visitantes pueden aprender con este método una nueva forma de hacer turismo y descubrir nuevos lugares. La forma de llegar a cada recipiente se basa en seguir coordenadas, mensajes encriptados o a través de diferentes pistas o ejercicios, ayudándose siempre de un GPS. 
Todos los que lo practican coinciden en que se trata de una buena alternativa de ocio y, sobre todo, para los días de verano en los que el tiempo no acompaña. “No tempo libre, comezamos a buscar tesouros agochados ao mesmo tempo que disfrutamos do paseo”, afirma la Familia R. Caldeiro.
La Federación Galega de Turismo Rural, Fegatur, y los alojamientos asociados fomentan esta actividad a través de un programa específico de geocaching para dar a conocer el paisaje y animar la estancia.
Compromiso 
Además de la parte divertida, la iniciativa también cuenta con un lado comprometido con el medio ambiente: el “Cache in Trast Out”. 
“Desde a páxina recomendan que leves unha bolsa para recoller a basura que atopes no camiño e, periodicamente, organízanse eventos nos que se reúnen geocachers para limpar un lugar que o organizador determine”, explican. l

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