Quizá en estos modos y maneras, que generan en la ciudadanía una profunda desconfianza hacia sus representantes, haya que buscar el varapalo sufrido por el PSOE el pasado martes, y no en que si las cañas y los berberechos de Ayuso o la sosería de un candidato, o qué se yo cuántos pretextos más para no asumir la verdad: la gente empieza a estar harta de este modo de hacer ‘política’ y lo escribo así, entre comillas.
Pide a los franceses que vengan a Madrid dejando caer que los bares cierran mucho más tarde, pero la culpa del turismo de borrachera es del ministro del interior “porque no pone controles”, y así todo, porque sabe que su parroquia electoral (hablamos de Madrid) no sólo premia la chulería, sino cualquier imagen que le sea emocionalmente atractiva, desde apadrinar a un millonario hasta despreciar a quienes buscan comida en una fila.