Son aseveraciones, afirmaciones que suelen calar ante el electorado, en el público en general, sin pensar en las consecuencias que puedan ocasionar, sobre todo cuando se refieren a un tema concreto y que puede afectar a millones de personas como en el momento actual es la incidencia que tiene sobre la población la COVID-19.La última en subirse a este grupo de los políticos irresponsables con sus manifestaciones negativas y muy temerarias ha sido la ministra de Industria, Reyes Maroto, cuando sin haber reflexionado ni medido su alcance hablaba de que podríamos recuperar los movimientos de cara a la Semana Santa.
Existe, sin embargo, una criatura excepcional que no lo sabe, o que hace como que no lo sabe: Pablo Iglesias Turrión, líder de Unidas Podemos y vicepresidente segundo del gobierno de la nación.Conciliar la pertenencia a un partido (la posesión más bien) tan fuertemente sectario como Podemos, con un alto cargo público de servicio a todos los españoles, ya es difícil, pero pretender no conciliar en absoluto ambas cosas, como al parecer pretende últimamente Pablo Iglesias, y seguir tan campante, es imposible.Estar en misa, esto es, en la responsabilidad de gobierno, y repicando, es decir, en la oposición al propio gobierno, es, más que una majadería, una imprudencia, y más en los tiempos que corren, en los que se busca desesperadamente, más que en ningunos otros, alguna certidumbre y alguna seguridad.