En Slavutich, una pequeña localidad en la frontera con Bielorrusia que fue aislada por las tropas rusas durante la invasión del centro de Ucrania, se puede respirar un poco de alegría después de casi dos meses de angustia y desesperación: Kiryl y Xenia celebran su boda a pesar de la amenaza de bombardeos y ataques rusos porque, aseguran, “la vida continúa”.
Asistieron a la boda treinta invitados, el máximo permitido actualmente por la pandemia, entre ellos el padre del novio y sus hermanos.