LA MARCA ESPAÑA: UN MILLÓN DE MOSCAS SÍ PUEDEN EQUIVOCARSE

Que España es un país de grandes capacidades nadie lo niega. Incluso antes de que la selección de fútbol hiciera historia (por cierto, antes ya la había hecho la de baloncesto y la de balonmano, pero como son minoritarias y no sirven para blanquear dinero como el fútbol) la generación de nuestros padres había superado la mayor crisis que existe, que es una guerra civil, y la nuestra protagonizó una transición modélica… visto desde la distancia, claro. Así que no era mala idea hacer un poco de marketing territorial y vender la marca al socaire de los éxitos deportivos. Que, por otra parte, era lo único que quedaba por vender de España, ya que la industria, el sistema financiero, las viviendas de las que desahuciaron a sus moradores, y un largo etcétera, ya habían sido más que vendidos, liquidados de saldo por unos pésimos gestores de lo público, y quizás algún día sabremos si unos extraordinarios gestores de lo privado.
También es verdad que los pobres incautos que promovieron la marca España, no contaban con todo lo que está ocurriendo. Bueno… por ser justos nadie contaba con que un miembro de la Casa Real acabara delante de un juez, por –presuntamente– defraudar, digámoslo suavemente, al Estado que mantiene a su familia. Que es como robar al amigo que te da de comer. Lo que no solo es una deslealtad, sino sobre todo una gilipollez, porque a ver qué amigo te vuelve a invitar…  
Con todo tendremos que reconocer la aportación que la Cristina Borbón Grecia está haciendo al conocimiento internacional de la marca España. Más de 100 medios cubrían su presencia ante el juez. Por no hablar de los titulares de la prensa, que se debatían entre los que sugieren que la pobre señora era una suerte de Julieta enamorada que hizo lo que hizo por amor, y los que dibujan una infanta de España que no se entera de nada, coitada, la pobrecita que diría su excuñado. Ya lo dijo Romanones: “¡Joder, qué tropa!”. Y es que si en la época de Romanones, se vendiera la marca España, el pobre Churchill no habría pasado de un mero chascarrillero.
Afortunadamente, Sacyr también aporta lo suyo a la marca España. Y es que acostumbrados al sistema español aunque de origen gallego, del “ti vai facendo”, se creyeron que todo el monte es orgasmo, y que 20 siglos después los indios de Panamá iban a seguir cambiando oro por baratijas, desconocedores de que ahora las baratijas las fabrican en China, y las traen por el canal de Panamá.
Lo de la corrupción, el Gobierno, Belén Esteban y Jesulin de Ubrique, que también aportan lo suyo, lo dejamos para otro día. Así que, qué quieren que les diga… cada vez que oigo lo de la marca España, recuerdo aquella inolvidable canción de Siniestro Total: Menos mal que nos queda Portugal. Que no están mucho mejor, pero al menos tienen la decencia de no reírse de sus ciudadanos intentando empaquetar la mierda para venderla como una marca.

LA MARCA ESPAÑA: UN MILLÓN DE MOSCAS SÍ PUEDEN EQUIVOCARSE

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