Marear la Constitución

El presidente del Gobierno reconoció el viernes lo que era un secreto a voces desde hace días: que, en su pretensión de “no marear” a los españoles, piensa no presentar los presupuestos a debate parlamentario si no hay garantías de aprobarlos. El problema no es si se marea o no los españoles. Es la Constitución, que fija en su artículo 134 que “el Gobierno deberá presentar ante el Congreso de los Diputados los Presupuestos Generales del Estado al menos tres meses antes de la expiración de los del año anterior”. Por tanto, no es una elección de Sánchez; por mucho que una derrota, que evidenciaría los escasos 84 diputados con que cuenta, pusiera en un brete la continuidad del Gobierno. De mantenerse hasta agotar la legislatura, como es su propósito, no va a ser este el único proyecto que decaiga por falta de votos. Además, es después de la votación cuando se podrá poner en marcha la prórroga de las cuentas heredadas de Rajoy.
Incluso la legitimidad de la fallida votación abriría las puertas a una campaña de municipales y autonómicas con el mensaje de: “Aquí podríamos tener mayor inversión si una oposición irresponsable no hubiera tumbado los presupuestos”. Por poner un ejemplo. Era vana ilusión pensar que PdeCAT o ERC fueran a suavizar su negativa por el simple guiño de que la Abogacía del Estado rebajara de rebelión a sedición su calificación de la declaración de independencia. Tampoco ha servido la indefinición del Gobierno sobre la concesión de futuros indultos a los dirigentes catalanes en prisión. Los quieren en la calle y ya. Temiendo que el primero que afloje pierde la clientela. Pese a que Pablo Iglesias, viendo como peligra la subida de tributos que obligó a introducir en las cuentas públicas y la consiguiente mejora de los servicios públicos, lanzó un aviso desde Cataluña Radio sobre un inminente adelanto electoral, los lideres catalanes saben que Pedro Sánchez no va a dejar Moncloa ni con agua y jabón.
Podemos, sumido en una guerra interna que se extiende de norte a sur, necesita vender la recuperación de los derechos perdidos por la crisis como un logro de su poder sobre el Ejecutivo. Sin presupuestos no hay mejora. Y los decretos leyes solo son atribuibles al Gobierno de Sánchez, para lo bueno y para lo malo. Pese a ello, ninguna fuerza quiere un adelanto electoral y, con muchas declaraciones altisonantes de tongo y pucherazo, van a consentir la falta de presupuestos. Lo que no dejara de ser un deterioro más de la calidad democrática de la política española.  

Marear la Constitución

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