Una boda de película 

Con la idea de cotillear, acudí al desfile de estrellas de la boda de Marta Ortega. Fue un orgullo para La Coruña que su nombre sonase a nivel mundial gracias a este acontecimiento que superó todas las expectativas. Y no me lo pensé dos veces y allí me fui a las cercanías del “casoplón” en el que vive Amancio Ortega en el paseo de la Dársena y más tarde me acerqué todo lo que me permitió la seguridad del evento al Náutico. Lo cierto es que mi suerte fue escasa ya que apenas pude ver a l@s invitad@s de una historia nupcial que resultó de película y en la que, como sucede siempre, el vestido de la novia suele suscitar todo el interés. 
Y en este apartado, los expertos hablan maravillas del traje de Marta. Diferente, rompiendo moldes y con una enorme sencillez en una novia que realizó toda una lección magistral de amor hacia la ciudad que la vio nacer. Marta, muy solidaria, sigue las costumbres de su padre. El arraigo a su tierra lo demuestra constantemente. Y el pasado fin de semana lo exhibió una vez más.
Volviendo a la “quedada” ante el Náutico, comentarios de todo tipo de l@s allí presentes, mayoritariamente mujeres, ansiosas de ver los modelos de las invitadas, entre quienes, por cierto, ganaba por goleada el color negro. Un detalle que no gustó. Querían ver más pompa, más ostentación... Igual que los chicos, de negro y sin corbata, e incluso otro caballero simplemente con camisa a cuerpo y un jersey sobre los hombros. Como si fuese a ver un partido de fútbol. También me quedo con un grupo de chicas que solo buscaban al joven actor Jon Kortajarena. Soñaban con él. 
En las redes sociales, división de opiniones. Se habla mucho de los 20 millones de euros que se fundieron en esta fiesta. Nunca llueve a gusto de todos. Y ya metidos en este mundo de ensueño y glamour, recuerdo mi boda. Fue sencilla y llena de mucho amor. Evidentemente, no me gasté 20 kilos, pero si me tocase la primitiva, yo haría lo mismo por La Coruña. Soñar no cuesta nada.

 

Una boda de película 

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