Vaise a forza das mareas

"Vaise o río, vaise o mar / vaise a forza das mareas / perden forza, perden vida / marchan xa na despedida”. El texto pertenece a un tema lanzado en 1999 por el conocido grupo de folk gallego Berrogüetto en su álbum “Viaxe por Urticaria”. Y aunque pensado, evidentemente, para muy otra situación, parece premonitorio de lo sucedido con las Mareas políticas en las elecciones autonómicas del domingo: desaparición total.

Nacidas en 2015 como proyecto de izquierda populista, de tintes nacionalistas, variopinto y dado por progresista, las Mareas gallegas tuvieron en ese año sus mejores momentos de gloria. En las municipales de aquel mayo se hicieron con significativas alcaldías, como las de A Coruña, Ferrol y Santiago, aunque justo es recordar que en las dos primeras no se debió a una victoria en las urnas, sino a acuerdos postelectorales con el Partido Socialista. 

    Entre la ciudadanía suscitaron una cierta curiosidad y hasta entusiasmo. Llegaban prometiendo una nueva forma de hacer política. Pero a las primeras se evidenció que aquello no funcionaba. Las más emblemáticas “ciudades del cambio” no lo fueron en absoluto.
A pesar de todo, el auge de las Mareas provocó el desastre del BNG, que en las generales de meses más tarde (diciembre 2015) se quedó en quinta posición y sin representación en el Congreso, mientras que ellas, segundas en la comunidad, se estrenaban con seis diputados en el palacio de las Cortes. 

Fueron los momentos de gloria. En las autonómicas de 2016 el partido instrumental que al efecto se creó, En Marea, no logró la presidencia de la Xunta, pero se hizo con el 20 por ciento de los votos y se colocó como primera fuerza de la oposición en O Hórreo. 
Con el tiempo, sin embargo, comenzarían los reflujos. Las esperanzas iniciales mutaron pronto en decepción. Ya en las municipales de 2019 fueron desalojados los principales “alcaldes del cambio”. Y así, cuesta abajo hasta la irrelevancia del domingo pasado: un escuálido 3,92 por ciento de los votos y su desaparición en el Parlamento gallego. 

Muchos son, pues, quienes con toda lógica se habrán preguntado estos días cómo en tan poco tiempo se pudo malgastar tan relevante caudal político. El caso ha sido que las ruidosas divisiones habidas, los recelos personales, el reparto de cuotas de poder y las maniobras en el seno de Podemos para controlar la inestable marca, han acabado por dinamitar un proyecto que nació con vientos favorables. 

A mayores, el recuerdo de la mala gestión cuando tocaron poder trabajó el domingo en su contra. Y la profusión de Mareas en listas y papeletas no ayudó a la identificación clara por los electores de quién era quién. Aquello ha sido un mareo de mareas. Los tiempos de la postpandemia y de la crisis requerían además un Gobierno fuerte y sólido. El electorado fue rotundo: cuarta mayoría absoluta para PP/Feijóo.

Vaise a forza das mareas

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