Halcones y palomas

es en el ámbito económico, y en especial en el monetario, donde en mayor medida los especialistas manejan la dicotomía de “halcones y palomas”, según las distintas tendencias doctrinales y prácticas. Los primeros estarían en general más a favor de políticas de ajuste e inflación baja, mientras que los segundos optarían por políticas expansivas de gasto y bajos tipos de interés. Simplificando un poco, se trataría, en definitiva, de duros frente a flexibles; de ortodoxos frente a partidarios  de menores rigideces.  
El modelo de “halcón” ha venido siendo la Alemania de la señora Merkel. Y hablo en pasado porque hace unos días el Gobierno de conservadores y socialdemócratas presentó un plan para paliar los efectos económicos de la pandemia que prevé la movilización de miles de millones de euros y que supone el levantamiento temporal de un par de dogmas que parecían intocables. 
Se trata del déficit cero en los presupuestos y del freno a la deuda. Será la primera vez que desde 2013 se endeude: 156.000 millones de euros. Bien lo puede hacer porque se lo permiten las políticas anteriores de consolidación fiscal, que les están dejando margen para lidiar más cómodamente con la crisis que llega. No así a otros, como Italia y España.
No obstante, por donde no pasará el Gobierno Merkel es por aquello de mutualizar la deuda de la eurozona; es decir por compartirla a través de los eurobonos, redesignados ahora como coronabonus, para hacer frente de forma conjunta a los efectos económicos de la crisis, que según el Fondo Monetario Internacional (FMI) puede provocar una recesión al menos tan grave como la vivida en la crisis financiera iniciada en 2008.
Sea como fuere, lo cierto es que la emergencia actual está poniendo de nuevo a prueba las frágiles costuras del proyecto europeo, pero no parece que vaya a ablandar la inflexible postura de Alemania y de los socios del club de la ortodoxia, entre los que destacan Holanda, Finlandia y Austria, alérgicos a fórmulas que ya se desecharon en el pasado. La UE  se debate estos días en la búsqueda de otros mecanismos de respuesta unitaria.  Cuanto menos exigentes, mejor.
Lo que en buena lógica sí tienen claro todos es que el tiempo de duración de la propia crisis sanitaria será determinante para el efecto de la misma en el debilitamiento de la economía. El abanico de pronósticos está todavía muy abierto.
Tal vez por eso, el Banco de España se resiste a dar cifras alegando no disponer  aún de indicadores que permitan medir con un mínimo de rigor lo que se nos viene encima. Pero ha avisado de que el impacto será “severo, muy negativo y pronunciado”. El gobernador de la institución, Pablo Hernández de Cos, que suele alinearse en bando de los “halcones”, en esta ocasión sí se ha mostrado partidario de los eurobonos. “¿Si no es ahora, cuándo?, se ha preguntado. 

Halcones y palomas

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